Retro
por Tai y ChiErase una vez que se era, una retroexcavadora que vivía feliz en su obra, rodeada de sus amigos Extendedora, Compactador y Cisterna.
Por la mañana, cuando salía el sol, Retro vivía con la impaciencia de ponerse a trabajar, ya que eso significaba estar cerca de sus amigos, pero sobre todo significaba que podría estar cerca de Extendedora: ¡era tan bonita, tan simpática y tan trabajadora…! Así que cuando el sol aparecía por el horizonte, Retro abría sus grandes ojos, se desperezaba, sonreía y despertaba al resto de sus compañeros haciendo sonar su silbato largo tiempo, tal era su alegría.
Esto hacía enfadar mucho a Extendedora, que pensaba: «qué pesado Retro, todas las mañanas igual, despertándonos a todos cuando sale el sol aunque no tengamos que trabajar ese día. ¿Por qué lo hará?», se preguntaba. Se enfadaba tanto últimamente que echaba humo por la chimenea.
Compactador y Cisterna, que eran los mejores amigos de Retro, y sabían lo enamorado que estaba de Extendedora, se lo avisaban. Todos los días, le decían: «Retro tienes que dejar de hacer sonar el silbato por las mañanas, es muy molesto, nos despiertas a todos muy temprano y luego estamos de mal humor todo el día. Además, a Extendedora no le gusta nada y cada vez está más enfadada contigo». Pero Retro siempre les contestaba lo mismo: «Es que soy muy feliz, y la alegría que siento por poder pasar otra vez el día con Extendedora es demasiado fuerte. Además ella nunca me ha dicho que no le guste, al contrario, también parece ser feliz mientras está conmigo».
Retro se equivocaba y sus amigos tenían razón. Extendedora estaba muy cansada y muy enfadada con Retro, estaba deseando que el trabajo terminase y que se fuesen a otro sitio a trabajar, y deseaba con todas sus bujías que fuese lejos el uno del otro… Y es que Retro conseguía que se le fundiesen los fusibles del enfado.
Lo malo es que Extendedora no le decía nada de esto a Retro. Al contrario, disimulaba siempre el enfado con él, y pasaba el día a su lado como si tal cosa, haciendo como que era su amiga, riendo con él, yendo a repostar juntos…
Extendedora tenía un secreto, o eso creía ella, porque Cisterna y Compactador se habían dado cuenta y lo sabían desde hacía mucho tiempo, y era que ella a quien realmente quería, con quien quería realmente pasar su tiempo, ir a repostar y trabajar era junto al gran y poderoso Bulldozer… Se le aflojaban los tornillos cada vez que le veía, tan reluciente, tan fuerte.
Así que, a pesar de que le molestaba y sacaba de sus bujías, soportaba la compañía de Retro porque pensaba que era la mejor forma de darle celos a Bull, ya que cada vez que estaba con Retro, Bull siempre acababa apareciendo por donde ellos estaban, aunque no le correspondiese estar allí, y en los últimos tiempos cada vez trabajaban más tiempo juntos.
Y llegó el día en que Retro se despertó, como siempre, en cuanto el sol empezó a salir tímidamente por el horizonte, y con alegría comenzó a tocar su silbato, despertando a todos sus compañeros, que le miraban con sus faros entrecerrados, pensado que era un pesado o que ojalá se le atascase el silbato y les dejase dormir un rato más. Retro no se dio cuenta de esto, y se dirigió tranquila y felizmente a su puesto, dispuesto a comenzar el día con alegría y disposición. Pero, poco a poco y según iba avanzando la mañana, se dio cuenta de que algo pasaba. No tenía muy claro qué era, notaba algo en el ambiente pero no podía definir qué era. Así que, a media mañana, decidió acercarse donde se encontraban sus amigos Cisterna y Compactador para ver si ellos se habían dado cuenta de algo
—Hola chicos, no sé si os pasa a vosotros, pero ¿no notáis algo raro? No sé, siento en mi cableado como si algo pasase, pero no sé qué puede ser.
Cisterna y Compactador se miraron a los faros, llevaban todo el día temiendo que llegase este momento, porque no sabían cómo iban a decírselo, no se atrevían y les daba mucha pena. Así que Cisterna, cogiendo aire, le dijo:
—Verás Retro, ha pasado algo, por eso que notas algo raro, todos lo sabemos pero esperábamos que te dieses cuenta tú solo.
Retro comenzó a ponerse nervioso, lo que se notaba en la cantidad de humo negro que soltaba por su tubo de escape.
—Ummm verás —continuó Cisterna—, ayer el gran jefe llamó a Bull para que fuese a su oficina, y allí le dijo que le iba a trasladar a otra obra, donde era más necesario, y que se tendría que ir de madrugada para llegar a tiempo. Bull estaba muy contento, porque andaba un poco cansado de estar aquí y además ya no tenía tanto trabajo, y ya sabes cómo es, necesita estar activo para mantenerse fuerte.
—¡Pero eso es maravilloso! —dijo Retro— seguro que le irá muy bien y estará feliz.
—Sí, pero… —Cisterna no sabía cómo continuar
—¿Pero qué? —dijo Retro, que cada vez estaba más nervioso
—Pero que —continuó Compactador— Bull se lo contó a Extendedora y decidió que se iba con él, así que esta mañana se han ido los dos junto con otros a quienes también se lo dijeron.
Retro se quedó paralizado, no lo entendía. «¿Por qué no me dijeron nada? Podría haber ido con ellos, pero sobre todo ¿por qué Extendedora no se ha despedido?»
Compactador, que se dio cuenta de lo que estaba pensando Retro, le dijo:
—No te dijeron nada, porque no querían que fueses con ellos, estaban muy enfadados contigo. Extendedora no te quería, ni siquiera pensaba que fueses su amigo, ella sólo pensaba en ella misma y en Bull.
Retro lo miró con sus faros llenos de sorpresa y asombro, cómo podía ser eso, siempre trabajaban uno cerca de otro, Extendedora se reía con sus ocurrencias, iban juntos a repostar, aparcaban siempre cerca por la noche… No lo entendía y no podía creer lo que le decía Compactador, seguro que se equivocaba, Extendedora volvería.
Pero los días pasaban, y Extendedora no volvía, ni sabía nada de ella. Y, poco a poco, Retro fue perdiendo la esperanza y empezó a darse cuenta de que, a lo mejor, Cisterna y Compactador tenían razón y Extendedora nunca había sido realmente su amiga, ni le había querido.
Poco a poco, la alegría de Retro se fue apagando. Al principio siguió tocando su silbato como cada mañana, hasta que un día dejó de hacerlo; ya no se movía alegre por la obra, al contrario, cada vez iba más lento, más triste; ya no hablaba con el resto de máquinas constantemente, y poco a poco dejó de hablar o de contestar cuando le preguntaban; ya no ayudaba al resto, se limitaba a hacer su trabajo; se volvió hosco e irritable, tanto que Cisterna y Compactador no se atrevían a hablar o acercarse a él.
Al principio, todos estaban preocupados e intentaron animarle, pero al final decidieron dejarle tranquilo, porque cada vez era más desagradable estar con él. Incluso Compactador y Cisterna se alejaron por lo mal que les trataba, pero sin dejar de vigilarle.
Ocurrió por aquella época que llegaron a la obra Dumper y Volquete, dos amigos que siempre habían trabajado juntos. Los dos eran muy alegres y pizpiretos, además de buenos compañeros que siempre estaban dispuestos a echar una mano a cualquier otro y nunca se quejaban de nada. Sobre todo Dumper, que era la más alegre y activo de los dos, siempre de aquí para allá con una sonrisa, con sus faros reluciendo de felicidad, colaborando con todos y con palabras y gestos amables para ellos.
Un día, mientras ayudaba a Compactador, de repente, vio una figura oscura, de mirada triste, cuyos faros solo miraban al suelo y estaba algo sucio. También se dio cuenta de que todos se apartaban de su lado y no le hacían caso. Dumper se dijo: «¿Quien será?, ¿será nuevo? Porque nunca le había visto». Su curiosidad le pudo, así que le preguntó a Compactador:
—¿Quién es?, ¿es nuevo? Nunca lo había visto.
—Es Retro. No, no es nuevo, de hecho lleva aquí tanto tiempo como yo. Antes éramos amigos, siempre estábamos juntos Cisterna, él y yo.
—¿Y ahora ya no?, ¿qué pasó? —preguntó Dumper
—Él quería mucho a Extendedora, pensaba que eran muy amigos, pero se equivocaba porque ella se fue sin despedirse, sin decirle nada y desde entonces está así, no quiere ser amigo de nadie, no puede confiar en nadie… no quiere volver a sentirse tan triste.
Dumper se quedó pensativa y por la noche se lo contó a Volquete. Se sintieron muy tristes así que los dos decidieron que conseguirían hacerse amigos de Retro y que éste confiara en ellos para que volviese a ser como les habían contado, alegre y feliz, y así poder tocar los silbatos los tres juntos cuando saliese el sol.
A la mañana siguiente en cuanto el sol salió, Dumper y Volquete salieron disparados a buscar a Retro. Pero no consiguieron encontrar el sitio donde dormía, así que cuando llegaron al trabajo se dedicaron a buscar a Retro, mientras realizaban sus tareas, pero no consiguieron encontrarle. Esto sucedió durante toda la semana: se levantaban, buscaban donde dormía y al no encontrarlo le buscaban mientras trabajaban y seguían con sus rutinas diarias.
Volquete empezó a desanimarse, no así Dumper, que tenía la esperanza de encontrarle. De repente, un día en que estaba hablando animadamente con Cisterna mientras la ayudaba con sus tareas, vio a Retro que se acercaba donde ellos estaban. «POR FIN», pensó Dumper, que notó cómo Cisterna se ponía triste.
Retro pasó por su lado, sin ni siquiera levantar la vista del suelo, no saludó a Cisterna, de quien había sido tan amigo, ni siquiera hizo caso a Dumper cuando este se acercó a su lado y le habló:
—Hola me llamo Dumper, llevo aquí unas cuantas semanas con mi amigo Volquete, y tú, ¿cómo te llamas?
Pero Retro continuó su camino sin hacerle caso. Y esto ocurrió durante varios días cada vez que Dumper o Volquete se acercaban a él, Retro continuaba su camino, sin hacerles caso, ni mirarles siquiera.
Finalmente Volquete se dio por vencido y así se lo dijo a Dumper:
—Dumper, no merece la pena seguir gastando gasolina con él, no quiere hablar con nadie, ni quiere amigos, solo trabaja y trabaja, así acabará desgastando todas sus piezas hasta que le lleven al desguace. Sigamos con el resto y olvidémosle, al fin y al cabo es lo quiere.
—No puedo, Vol, ya me conoces. Por lo que me han contado Cisterna y Compactador de él era un tipo alegre y simpático, que quería a todo el mundo, algo de eso debe de quedar aún dentro de sus bujías. No me voy a rendir.
—Como quieras —dijo Volquete— pero yo creo que no merece la pena.
Así pues, Dumper continuó buscando y hablando con Retro, le contaba las anécdotas y cotilleos que pasaban en la obra, le contaba chistes, le hablaba de las cosas que hacía con Volquete, le acompañaba a repostar, le avisaba cuando tenía alguna tuerca floja o cuando su pala necesitaba un engrasado… todo esto hacía a pesar de que siempre era recibida con indiferencia, como si Retro no la viese.
Pero llegó un día en que mientras le contaba un chiste, vio como Retro, la miraba de reojillo con sus faros y que esbozaba una media sonrisa. A Dumper casi se le para el motor de la emoción, pero no dejó que Retro se diese cuenta de ello y siguió como si tal cosa. Al llegar el fin de su jornada, salió disparada a buscar a Volquete, que estaba hablando animadamente con Cisterna y Compactador.
—¡Chicos! —dijo— ¡creo que lo he conseguido! —y les contó lo que había pasado.
—Cuánto me alegro Dum —dijo Volquete— pero no tengas muchas esperanzas, no vaya a ser que te equivoques.
—Sí —dijo Cisterna— puede que haya sido imaginación tuya o un efecto de la luz sobre sus faros.
—Sigue intentándolo —dijo Compactador—, seguro que lo consigues. Ojalá Retro vuelva a ser el mismo de siempre gracias a ti.
—Gracias, Com —dijo Dumper. Sabía que con persistencia lo conseguiría.
Y se marchó alegremente, tocando su silbato.
Al día siguiente, siguió con su estrategia de hablar y acompañar a Retro, aunque éste no la contestase o mirase siquiera, pero algo había cambiado, porque poco a poco Retro empezó a mirarle, a veces le contestaba, otras sonreía ante las ocurrencias tontas de Dumper… y así hasta que llegó el día en que Retro le habló primero.
—Buenos días Dumper, ¿qué tal has dormido?, ¿te parece bien si después vamos a repostar juntos?
Dumper no cabía en sí de la alegría, se la aflojaron las tuercas, de hecho se le paró el motor y le costó volver a arrancarlo.
—Buenos días, Retro, la verdad es que he dormido muy bien, si quieres luego paso a buscarte y vamos a repostar —contestó— si quieres podemos ir con Vol, Cis y Com.
Retro le miró extrañado, hasta que Dumper dijo:
—Mis amigos, Volquete, Cisterna y Compactador.
—No sé Dumper —dijo Retro— me da un poco de vergüenza, porque en los últimos tiempos no he sido muy amable y me he portado un poco mal con ellos.
—No te preocupes —le contestó Dumper— seguro que no les importa que vengas con nosotros, es más, estoy segura que están deseando que lo hagas, te han echado mucho de menos en este tiempo, pero a pesar de todo te siguen queriendo.
Así pues, más tarde Dumper fue a recoger a Retro y se dirigieron juntos al encuentro de Volquete, Cisterna y Compactador, que se sorprendieron enormemente al verles aparecer charlando animadamente, puesto que Dumper no les había dicho nada. De hecho Cisterna y Compactador abrieron mucho sus faros de la sorpresa, mientras que Volquete sonreía de espejo a espejo, y pensaba: «Sabía que Dumper lo conseguiría, ella es así, no puede ver a nadie triste, es un reto para él conseguir que todos sean felices y sonrían, él es feliz haciendo al resto feliz».
—¡Hola Retro, me alegro mucho de verte! —dijo Compactador.
—Sí —dijo Cisterna—, te hemos echado mucho de menos.
—Y yo a vosotros. Siento haber estado tan triste, ¿me perdonaréis por haberme portado tan mal con vosotros?
—¡Pues claro! —respondieron al unísono—, ¡eres nuestro amigo y te queremos!
Y se marcharon todos juntos a repostar.
A partir de ese día, dormían los cinco cerca los unos de los otros, repostaban juntos, se contaban chismes y chistes, colaboraban entre ellos y ayudaban al resto. Y algunos volvieron a estar enfadados y con ojeras por las mañanas, porque ahora en vez de ser solo Retro el que tocaba el silbato con la salida del sol, también se le unía Dumper y a veces incluso Volquete… y esto era enormemente molesto.
Así, gracias a la perseverancia de Dumper, Retro volvió poco a poco a ser el mismo de siempre y recuperó la amistad de Cisterna y Compactador, aunque no la había perdido nunca. Y sobre todo comprendió el valor de la verdadera amistad.
Comentarios
Me ha encantado… me ha parecido genial la elección de los personajes; me ha recordado incluso a Robots; muy chuli, Iris. Aunque he echado en falta una unidad R2 jajajajajajajajajaja 😉
Dumper es un personaje maravilloso, que cree en lo bueno de los demás aunque estén mostrando la peor parte de sí mismos. Me encanta tu visión ausente de violencia, de soberbia, de competitividad, de manías, de rencores. Oscilas entre la tristeza y la alegría, es decir, lo que uno siente sea por las causas que sean, sin culpables, porque esto sucede quieras o no.Y me encanta cómo lo resuelves: Que cuando estamos mal no necesitamos reproches ni consejos, sino, simplemente, que alguien nos acompañe y se empeñe en hacernos saber que le importamos. Un cuento magnífico.
Genial relato. De lo mejor y más gracioso de esta edición es la imitación de órganos o acciones humanas a través de las piezas o engranajes de las máquinas. 😉