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La señora

por

La señora se aproximó a él. Estaban solos.

Hola Brown.

Qué guapo eres… Quédate ahí, donde estás, me gusta mirarte. Me gustas así. ¡Oh, qué guapo eres! Quiero sentir esta distancia hasta que me ardan los ojos, sabiendo que la puedo romper cuando yo quiera, considéralo una perversión… Déjame mirarte, me excita mirarte.

¡Oh, qué polla tienes!

¿Estás nervioso? No, cariño, no… relájate, es tu primera vez, ¿verdad? Tranquilo, soy una mujer experimentada, lo único que tienes que hacer es dejarte llevar. Es muy fácil. Tan fácil como sumirte en la corriente de tus instintos.

Chsss… me gusta tu silencio, me gusta que me contemples así, en silencio… qué guapo eres, qué musculoso, qué cuerpo de fibra pura, qué bello estás ahí, erguido, con esa polla tan hermosa esperándome, limpio y bonito.

Qué juventud y qué potencia emanas.

Ay, ay, Brown, se me está poniendo la raja húmeda sólo con mirarte.

¿Quieres que me toque? Estos pantalones me ciñen demasiado, son elásticos, y además no llevo bragas, me puedo meter un poco el dedo con ellos puestos… ¿ves? Así, me gusta frotarme bien con la mano, me gusta el roce de la tela en el clítoris, apretarme, masajearme, notarme mojada… ¡oh, me puedo meter casi todo el dedo!

¡Oh, Brown, qué polla tienes!

Espera que me quito las botas porque ya me están molestando los pantalones, quiero meterme algo más que el dedo. No te mentía, no llevo bragas. ¿Te gusta mi culo? Claro, esto es un culo de mujer. De mujer, no de muñequita mimada. Míralo, mira mi precioso culo, fíjate qué nalgas, escucha cómo suenan estos azotes… ¿Y sabes lo mejor de mi culo? Que está abierto a todas las posibilidades, si te las sabes ganar… Y me da que te las vas a ganar.

Quiero desnudarme, tenemos tiempo, Charles todavía tardará un rato en llegar. No tenemos prisa, sé exactamente cuándo vendrá. Si hay una cosa que aprecio en Charles, es la veneración que le profesa a las agujas de los relojes.

¿Qué te parecen estas tetas? A mí me encantan, me las puedo lamer, ¿ves? Me encanta pasarme la lengua por ellas, chuparme los pezones… ¡uf! qué duros se me ponen. Mis grandes y duros pezones. Me encanta juguetear con ellos, estrujármelos, estirármelos, acariciármelos… Todo me suena a caramelo en los pezones. Sí, soy perversa, déjame rozarme contra tu cuerpo…

¡Qué firme y qué fuerte eres!

¡Te estás poniendo contento…! ¡Uy, uy…!

¿Te gusta que te acaricie el pelo? A mí me gusta. Ahora estás bien, te estás entregando sin miedo. Estás comprendiendo algo importante. Claro, Brown, mira la mujer que está desnuda ante ti, toda para ti. Deseando que la llenes con tu polla y deseando llenarte dentro de su cuerpo…

Despacio.

Primero quiero masturbarme delante tuyo. Así, aquí mismo, en el suelo, sumisa, abierta de piernas…

Me fascina que estés ahí, de pie, en silencio.

Me excita mirarte.

Estar desnuda ante ti, excitada, mirándote. Tú y yo, solos, libres, a merced de nuestros deseos, de nuestras más profundas apetencias…

¡Mmm… me encanta meterme todos los dedos en el coño, tocarme, restregarme, prensarme los pechos…! ¡Oh, estás enervado, eso me gusta! ¿Te gusta este dedito que me llevo de la lengua a este dulce agujerito, por detrás? Me excita mirarte… ¿Te gustaría hacerme lo que me estoy haciendo? ¿Sí?

Pues ahora vienes tú.

Tú.

Brown, guapo.

Se acabó la distancia, cariño.

¡Qué polla tienes! ¡Qué ganas tenía de tenerla en las manos! ¡Oh, cómo pesa! Una delicia así no la ve ni se la goza una todos los días. Ahora estás relajado, dejándote hacer. Precioso, vibrante. Te quiero comer. Sí, me gusta restregarme tu polla en los labios, en la cara. Quiero saborearla de arriba abajo. ¡Oh, que huevos tienes! Quiero relamerlos…

Así, deja que mi lengua se sacie, recorriéndote… Ya me estoy masturbando otra vez, no puedo evitarlo.

Ahora es cuando yo voy a someterte a mi deseo. Todos tus músculos, tu fuerza, tu energía, van a ser subyugadas a la punta de mi lengua.

Y a que me quepa todo este rabo en la boca, que es una idea terroríficamente maravillosa.

¡Uf, me ha cabido, qué gusto! ¡Quiero más, quiero beberte!

Me gusta hablarte, decirte lo que estamos haciendo. ¿Ves? Me la estoy metiendo en la boca, te estoy lamiendo, chupando, como me lamo y me chupo las tetas, te estás derramando, cielo. Pero aún te queda mucho por dar y sé que puedes darlo. Te estoy masturbando a dos manos, qué polla tienes, me tiemblan las piernas imaginando que la voy a tener entre ellas…

Mira qué muslos te ofrezco, me pongo debajo de ti, frente a ti, abierta, yo te ayudo, déjate llevar… no es tan difícil, ya verás…

Ahora ha entrado, empuja, empuja… ¡Empuja! ¡Descarga tu fuerza en mí! ¡Descarga tu deseo en mi deseo!

¡Ay! ¡Qué bien, Brown, así! Qué río de semen…

¡Ah!

Me gustas…

¿Quieres más? Sí, quieres más, cariño, puedes más, me voy a poner a cuatro patas, métemela por el culo… soy una mujer experimentada, recuerda, me he traído mis aceites.

Qué brillante y apetecible toda esta polla. No sé si me va a caber, tendremos que intentarlo, despacio…

Mírame, untada de aceite para ti. Mira qué nalgas.

Despacio, espera, deja que la coloque, ahora sí, despacio…

¡Oh, qué gusto, Brown, qué gusto! ¡Empuja! ¡Sigue! ¡No te pares!

¡Ah! ¡Brown!

Nos hemos corrido juntos, cielo, qué placer.

Me sacias…

Me gozas…

Me perviertes…

Me enamoras…

Me tengo que ir, Brown, Charles está a punto de llegar.

Me tengo que vestir. Pero mañana por la mañana volveré a verte otra vez.

Me encanta tu polla y me encanta tu silencio.

***

En el trayecto de vuelta a la mansión, la Señora se cruzó con Charles, el capataz.

—¡Buenos días, Señora!

—Buenos días, Charles.

—¿Viene usted de ver a Brown?

—Sí, Charles, vengo de los establos.

—¿Y, en su opinión, señora, cree usted que ya está preparado para montar a las yeguas?

—Lo está, Charles, no lo dude.

—No lo dudo, Señora, faltaría más, tiene usted un ojo para los caballos…

—Lo sé, Charles.

—Seguro que éste será un buen semental.

—Seguro, Charles…

Seguro.

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