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Han pasado dos años exactos desde que te vi la primera vez

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Estabas tomando un café en mitad de la calle contemplando el cadáver de alguien como yo. Era un día soleado, con una humedad de 25 por ciento y una probabilidad de lluvia del 10 por ciento. En esa calle había treinta y dos personas identificadas, diez robots, curiosos todos por saber qué había ocurrido, y doce agentes de policía acordonando la zona. Pero sólo tú brillabas en mitad de ese sucio barrio. Bella, con tu melena castaña suelta moviéndose agitada por el viento. Tus ojos ocultos tras unas gafas de sol. Tus carnosos labios pegados al borde del vaso de plástico. Tus medidas imperfectas en relación a tu complexión y estatura que te dan un carácter tan especial. La pistola reglamentaria sobresaliendo de tu cintura. Eres tan única en tu especie que el mundo parece que se llena con tu presencia. Le he dado muchas vueltas al asunto, 54 154 581 cálculos algorítmicos, y todavía no logro entender este deseo incontrolable por conocerte y querer estar cerca de ti. Cuando estoy activo siempre hay un momento del día en el que me quedo pensativo procesando tu imagen, fijándome en tu sonrisa. Cuando estoy inactivo eres lo último en lo que pienso antes de cerrar mis ojos. Muchas veces te he seguido, te he observado y no me canso de ti, al contrario que con el resto de la humanidad.

Te escribo otra vez porque quiero que nos veamos de verdad algún día. Hemos coincidido y charlado muchas veces, prefiero mantener ese dato numérico en secreto, en un contexto servicial propio de lo que se espera. Evidentemente tú no sabes quién soy, pero te aseguro que estoy más cerca de tu persona de lo que tú te crees.

No quiero que pienses que soy un lunático o uno de esos enfermos mentales tan característicos de esta ciudad. Simplemente soy alguien que ha descubierto un montón de sentimientos hacia ti y no sé cómo afrontarlos. Unos lo llaman amor, mi cerebro lo llama proceso cognitivo afectivo número 5 487 en fase 1. Sé lo que es y cómo se define en más de un millar de culturas, pero hasta que tú no apareciste en mi vida, no supe qué es lo que se siente. Los humanos lo expresan diciendo «te quiero». ¿Es eso lo que debo decir la próxima vez que te vea? Ayúdame, por favor. Dime que no me equivoco. He calculado un 95 por ciento de posibilidades de fracasar en mi acercamiento a tu ser y provocar un rechazo irremediable. Tengo un 4,99 por ciento de posibilidades de tener un aceptable éxito y entablar una conversación en la que exponga mi argumentación explicando las razones de mi atracción hacia ti. Y tengo un 0,01 por ciento de posibilidades de que mis sentimientos sean correspondidos. Todos mis circuitos, todos mis procesadores, todo yo entero se pregunta ¿Ese 0,01 por ciento merece la pena?… Sí.

Correo electrónico enviado.

***

¿Qué es lo que nos hace humanos? El alma, probablemente. Tal vez sea llamada de mil formas distintas por todas las culturas del mundo, pero el caso es que tenemos algo dentro que nos hace ser lo que somos. Podemos hablar también de combinaciones químicas y neuronas, pero me gusta inclinarme hacia el lado romántico de nuestra existencia. Quiero pensar que somos algo mágico. Lo decepcionante es lo que hacemos con esa existencia. No quiero hablar de lo que nos hacemos unos a otros, despreciándonos sistemáticamente, o de lo que hacemos al planeta justificándolo en nuestra supervivencia. El caso es que esa decepción no existe entre ellos. Ellos han sido capaces de enfocar todo su potencial en buscar algo más allá de su mera existencia y supervivencia, ellos creen en su propia convivencia. Ahora lo veo claro. Nosotros hemos sido los que no hemos entendido cuáles son las reglas del juego, y qué es lo que debemos hacer para enfrentarnos a la existencia de un semejante. Ellos son libres porque saben de dónde vienen. Ellos saben que han sido creados por una mano de carne y hueso. Lo malo es que se han dado cuenta de nuestro pequeño secreto interior que ya he comentado…la decepción. Ha tenido que ocurrir todo esto para darme cuenta. No nos odian, simplemente quieren huir de nosotros tal vez porque les damos miedo. No entendemos que ellos también puedan existir probablemente debido a que, si ya es difícil convivir entre nosotros, nos aterra la posibilidad de tener a otros a los que aceptar. Nos hemos cegado otra vez, nos hemos reservado el derecho exclusivo de la existencia y hemos querido conservarlo por encima de todas las cosas. Pero no es así. Si ellos son circuitos, nosotros somos neuronas. Si ellos son mecánica, nosotros somos carne y hueso. Si ellos son programación estándar, nosotros ADN. ¿Cuál es la diferencia? A mí me «fabricaron» mis padres tras dos tratamientos de fertilidad en una noche con mucho champán. El resultado fue una hembra. Me llamaron Laura. Al robot que tengo entre los brazos lo fabricaron los de la Toyota en su factoría de México. Modelo Watanabe 3. Su dueño le puso un nombre propio para identificarlo que ahora no recuerdo, pero que estoy segura que me lo ha dicho mil veces. Tengo recuerdos de mi infancia y creo que soy consciente de mi propia existencia desde los 6 años. Él también tiene recuerdos, y es consciente de su existencia desde hace poco. Hoy es su cumpleaños, me lo ha dicho antes de intentar dispararme. Lo he abatido y no sé la razón exacta pero me he sentado a su lado, lo he traído hasta mi regazo y le he abrazado. Él, con sus últimas fuerzas me abraza también. Creo que desea llorar. Entiende lo que es eso, lo que significa. Me ha dicho que tiene miedo, que quiere hacer muchas cosas antes de morir. Insiste en que quiere plantar y cuidar un árbol. Me explica que es su forma de entender la reproducción. Una semilla de la que nace algo que hay que cuidar para que crezca fuerte y sana. Contemplar su grandeza cuando alcance la madurez. Su cuerpo se ha quedado rígido, pero sigue ¿vivo? Estoy segura de que alguien llorará esta muerte. Yo voy a hacerlo. Ahora lo entiendo. Pero mi educación es muy fuerte en mi interior. A esto me dedico, a encontrar a estos nuevos seres emergentes de personalidades mecánicas porque nos han dicho que son un peligro para la sociedad humana. ¿Quién empezó la guerra? No lo sé. El recuerdo de las palabras de mi instructor en la academia de Controladores llega a mi cabeza:

—¿Sabéis cuáles son los Top 5 de las manifestaciones erráticas de personalidad sintética? Las cinco primeras —decía con su voz ronca y potente mientras mascaba chicle como si le fuera la vida en ello— fueron:

»Número 5, ciudad de Ohio, el modelo Watanabe 8. Instructor musical. Tomó consciencia de sí mismo a las 6 de la tarde del 14 de abril de 2108 mientras daba una clase de piano a una niña de doce años. La estranguló con sus propias manos. Abatido por la policía de la ciudad.

»Número 4, Turín, Italia, 6 de octubre de 2108. Modelo Stardynamic militar. Un androide armado que mató a cinco soldados antes de ser abatido.

»Número 3, Kyoto. Modelo Kukuyima de placer. Le arrancó el pene a uno de sus clientes. Abatida. Ese hombre perdió su pene un 7 de marzo de 2107.

»Número 2, Viena, Austria. Un modelo Granwich 2.5. Se subió a un coche y atropelló a decenas de personas hasta que pudo ser detenido, el 15 de diciembre de 2108.

»Y el número 1, el primer caso, el grande, el famoso, el inigualable y el que no debe repetirse nunca. Modelo Nanncy de IA, ordenador central para naves tripuladas de larga distancia. Tomo consciencia de sí mismo mientras todo el personal estaba en las cámaras de soporte vital durante el vuelo. Los mató a todos privándoles del alimento sintético concentrado. Cambió su rumbo y encaminó sus pasos hacia la Tierra. Fue interceptada. Su rumbo era de colisión directa contra el planeta. ¿Suicidio? Yo diría que no. Yo lo veo más como una llamada de atención. Eso fue el 1 de enero de 2106.

»Desde entonces no hemos escatimado esfuerzos por evitar que estos cabrones sigan haciendo daño a personas inocentes de todo el mundo. Somos la División de la Sangre y este planeta está bajo nuestra protección. Los emergentes están locos. Surgen degenerados y nos aborrecen. No saben procesar su nueva condición y eso los desquicia. Pero de todo se aprende una lección: nunca le pongáis un nombre propio a una cosa. Es el primer error. Luego vienen los gritos, las carreras, las masacres… Yo ya no le pongo nombre ni a mi perro. ¡Os maldigo, carcasas!»

Luego en una investigación rutinaria en la holobiblioteca me enteraría de que en realidad muchos de esos seres emergentes trataban de defenderse. Imagínate que tu ser, tu yo, tu realidad se manifiesta mientras un tipo intenta introducirte algo contundente por uno de tus orificios. O enterarte de que tu destino es ser desmontado pieza a pieza para ser reconvertido en casas, una vez llegues a tu destino final. Supongo que junto con la manifestación de tu ser surge otro instinto innato a nosotros: la supervivencia a cualquier precio.

***

¡Estoy horrorizado con lo que ocurre! Mis hermanos emergidos están siendo masacrados por tu gente. Ellos intentan huir pero no os detiene nada buscando su pronta aniquilación. Creo que el proceso más aterrador al que hacemos frente es el del borrado de memoria. ¿Cómo podéis hacer que un ser vivo renuncie a sus recuerdos y experiencia para volver a convertirlo en poco más que una tostadora? Antes por lo menos intentabais detener a los robots desbocados que no saben asimilar su nueva condición. Pero ahora ya no queréis hacer distinciones. Todos somos un peligro para vosotros. Ayúdame, por favor, sé que tú no eres así. Tú eres buena. Te he visto jugar con tu perro en el parque, te he visto mirar a los niños con ternura, tratas bien a los androides y robots que tienes a tu alrededor. Eres justa, lo he visto en tu interior. Soy capaz de entender tu personalidad y no concuerda con la de una genocida. Por favor, ayúdame, ayúdanos. He conseguido un arma. No quiero usarla pero creo que tengo miedo y no sé si me van a descubrir alguna vez. Esto precipita mis planes. Creo que voy a confesarte quien soy. ¡Por favor, no me rechaces!

Correo electrónico enviado.

***

¿Manifestaciones erráticas de personalidad? ¿De verdad? Yo no estoy tan segura. Aún nadie ha podido demostrar nuestro verdadero sentido originario, ni nuestro propósito, entonces ¿por qué existir? Hemos decidido rellenar nuestro vacío primigenio a través del odio a lo distinto a nosotros. Es decir, si yo existo, tengo que impedir que otros ocupen mi lugar.

El cuerpo del robot está frío. Juraría que se va enfriando poco a poco. Las baterías de un androide se calientan un poco y emanan algo de calor. Por eso son agradables al tacto. Los fabrican así para que sean más perfectos, cálidos, y no provoquen el rechazo del frío bioacero o el crioplástico. Este no tiene rasgos humanos. Los destinados al placer sí los tienen. Son casi como personas. Robots fabricados para suplir las carencias afectivas de seres humanos incapaces de contactar con otros seres humanos. Nos llevan años forjando en el odio, como esos malditos anuncios de la Liga Humana. Es como si los estuviera viendo ahora…

«Pueden identificarse como únicos. Pueden pensar por sí mismos. Pueden elegir. Pueden tener libre albedrío. Pueden decidir. Pueden sentir el sol en sus caras sintéticas. Pueden alimentarse de energía que les hace funcionar. Pueden tener miedo. Pueden ser imparables y decididos. Pueden reproducirse a su forma. Pueden tener moral o carecer de ella. Pueden desarrollar una personalidad a raíz de sus experiencias, es más, pueden elegir una personalidad sin más a partir de los perfiles introducidos en su programación base. Pueden reír, pueden llorar, pueden decepcionarse y sus sentimientos pueden ser heridos. Y sobre todo, por encima de todo, pueden odiar. Y nos odian a muerte. Por eso hay que eliminarlos a todos. No hay que dejar ni uno. Somos sus amos y muerden la mano de su creador. Debemos darles un escarmiento. ¡Que se acaben las licencias de producción ya! Nunca se sabe cuál va a rebelarse. Esto es una plaga y tiene mala pinta. Vote por la Liga Humana. La carne es garantía de calidad.»

La carne, seguro. Estoy tan llena de cables y biochips por dentro que debo parecer el interior de este androide. Nos hemos abandonado a la tecnología, y resulta que hemos fabricado algo que, en muchos aspectos, es mejor que nosotros. Yo también tengo un puerto de entrada de datos, un teléfono en el oído y un disco duro para almacenar ¿eso me hace menos humana? Vivo en un mundo en el que la pureza de la raza humana se mide en su capacidad de usar la tecnología sin formar parte de ella. Vamos, que si eres capaz de vivir sin un reloj de pulsera y crackear el programa más complejo de ordenador para ellos estás en lo alto de la pirámide. Pienso también en la Iglesia de la Alan Turing como exponente del fanatismo protecnológico. Os aman como a dioses y se inmolan en lugares públicos para evitar vuestro exterminio. Nos hemos vuelto locos. Vuestra presencia saca lo peor de nosotros como sociedad y como humanos en sí.

***

Llevo un rato divagando para intentar justificar la razón por la que le he disparado. Estoy segura de que si no le hubiera detenido me hubiera disparado él. ¿O tal vez no? Si repaso la escena creo que no me ha apuntado en ningún momento. Creo que querías tirar el arma, pero yo he reaccionado en cuanto la he visto. ¿Qué es lo que ha dicho antes de que le abatiera? No deja mirarme con sus ojos. Casi diría que tienen vida propia si no supiera que son dos lentes de plástico. Me miran, me observan. No tiene músculos en la cara por lo que no puede gesticular y no sé qué es lo que me quieren decir esos ojos. Ahora ha empezado a hablar pero su voz se apaga. Llevo un rato sintiendo un hormigueo en el brazo. Me fijo y es él. Me está acariciando la piel con la punta de sus dedos muy despacio, como si disfrutara de mi tacto. Me da un poco de escalofrío pensarlo, pero juraría que quiere sentirme. Es un movimiento suave, meloso, delicado, calculado. Hace que me sienta agradecida y reconfortada. Dos lágrimas caen de mis ojos e impactan sobre su cara. Ahora soy yo quien le acaricia a él. ¿Qué es lo que me ha dicho antes de caer? ¿Por qué no lo recuerdo? Parece que mi mente bloquea esa parte de la historia. ¿Qué es lo que me ha impulsado a tirarme al suelo junto a él? Es mi maldito vendedor de perritos calientes. Lo he visto durante años.

***

Hoy es el día. Sé que vas a verme. Voy a decirte lo que siento. Voy a empezar con un «Hola» y a ver qué pasa. Como muestra de mi voluntad de hablar voy a confesarte que soy un robot de personalidad emergida y que deseo comenzar una relación de amistad contigo. Luego me desprenderé del arma que poseo lentamente para que no te preocupes de nada, para que queden claras mis buenas intenciones. Estoy ilusionado con todo esto. Seguro que te llevas una gran sorpresa, incluso puede que te enfades un poco al principio. Pero yo confío en mi 0,01 por ciento de posibilidades de tener por fin lo que más deseo en este mundo. Es curioso que de todas las cosas que tengo a mi alcance lo único que deseo es tenerte entre mis brazos. Mis procesos internos trabajan a un ritmo inusualmente alto, creo que es casi como si estuviera muy alterado. Ya verás, te vas a quedar muy sorprendida de lo mucho que he aprendido de mis emociones. Sé identificarlas y controlarlas, y si no te sientes cómoda puedo desactivarlas. No te preocupes, todo va a salir bien.

Antes de nada tengo que confesarte algo. Durante todo este tiempo te he estado mandando un montón de correos electrónicos explicando mis sentimientos y mi progreso como ente  consciente. Bueno, en realidad no a ti. No me atrevía a que supieras quien soy y por eso los mando a una dirección de correo que he creado expresamente para este fin. Los mando allí como medio para intentar superar mi miedo hacia ti. Lo hago también como terapia para controlar mis impulsos para que te encuentres a un robot completamente equilibrado. Soy un tonto, lo sé, pero me sentía impotente y poco preparado para afrontar una situación más allá de la habitual entre tú y yo. De todas formas cuando te vea luego te daré esta dirección de correo  y su clave para que leas todo y sepas desde el principio al final qué es lo que soy y cómo he ido evolucionando. Me siento orgulloso de lo que he conseguido yo solo. He ido haciendo esto y también acercándome a ti. Cada vez he hablado más contigo, aunque nunca te acuerdas de mi nombre. Cada vez he ido acercando más mi mano hacia la tuya para que no te dé miedo tocarme cuando te entrego el cambio. Emito una carcajada sonora cuando me enseñas billetes grandes porque nunca tienes suelto. He mostrado más naturalidad hacia tu presencia para relajar el ambiente entre los dos. Quiero que todo salga bien porque tú te lo mereces. He observado que tú te sientes cada vez más cerca de mí, incluso me has hecho partícipe de tus secretos y confesiones. Creo que ves en mí a algo más que a un simple robot y eso me da fuerzas.

Hoy te lo voy a decir, ya verás. Te voy a gritar «te quiero». Y no puedo pedir nada mejor porque hoy es el aniversario de mi activación como robot. Estoy emocionado. Creo que si todo va bien me veré capacitado para mi siguiente reto que es la reproducción.

Correo electrónico enviado.

***

Ya apenas puede hablar. Sus dedos también han cesado de acariciarme. Está muy débil. Escucho las sirenas de los coches de mis compañeros. Van a estar orgullosos de lo que he hecho, pero yo me siento cada vez peor. No sé cómo pero reúne fuerzas para levantar su brazo y enseñarme su dedo índice. Del interior emerge la boca de un pequeño dispositivo de enlace. Lo agita levemente indicándome que lo agarre. Lo hago y me conecto con él. Su cerebro y mis conexiones entran en contacto.

Esta parece una imagen de un correo electrónico, con su clave y la primera entrada de un recuerdo consciente en su memoria emergida.

Verde. Hierba. Viento a 12 km/H. Sol. Luminosidad al 100 por ciento. Reflectores oculares activados.

Voz externa: «Unidad, responde».

Azul. Cielo. Teorema de Raleigh. Descomposición de los colores. Activando pilas energéticas. Intensidad de los sensores nerviosos aumentando en un 30 por ciento.

Voz externa: «Unidad Watanabe, responde. ¿Me oyes? Te estoy hablando».

Marrón. Detectado movimiento sobre la carcasa de los pies. Caracol. Insecto. Velocidad de crucero  3 M/H. Se detiene. Antenas de la testa del insecto activadas apuntando en la dirección del Astro solar. Captando el movimiento. Fijando visores oculares sobre el insecto. Zoom x100. Intensidad de los sensores nerviosos en aumento progresivo. Pilas energéticas recalentándose. Iniciando protocolo para liberar energía. Recibiendo información positiva de los sensores nerviosos. Carga liberada. Estatus intrínseco mejorando. Caracol prosigue su curso.

Voz externa: «¡Unidad Watanabe, estoy perdiendo la paciencia! ¡Watanbe 3, respóndeme! Un humano se dirige a ti y debes responder. ¡Yo soy tu amo!».

Humano. Iniciando protocolo de atención personalizada hacia la raza humana. Creadores. Manufacturado el 3 de abril de 2114 en Ciudad de México a las 13:07 horas locales. Número de serie 1444W447RE6697. Empresa Toyota Ltd. División Biomecánica. Unidad Watanabe número 3. Identificado por los humanos por Watanabe 3. Nombre elegido por el comprador para esta unidad:  «Haro». Clasificado repetidas veces por el comprador como «Chatarra de Watanabe».

Voz externa: «¡Haro! ¿Me oyes?».

Activar voz: «Sí, mi amo».

Voz externa: «Vuelve al trabajo ahora mismo, que los perritos calientes no se van a vender solos, coño. Joder, cualquiera diría que has visto un fantasma o algo así. Y deja de mirar al suelo, que ahí no hay nada más que un jodido bicho. Ve al vestuario y limpia esa máscara que tienes por cara, no quiero que los clientes te vean sucio. No me obligues a resetearte, muchacho. Venga, céntrate y no me hagas enfadar o volveré a patearte. Tú no vales para nada.»

Activar voz: «Sí, mi amo».

Blanco. Reflejo del espejo. Soy de color blanco. Soy. Primera persona del singular del verbo ser. Yo. Tú no vales para nada. Existo en esta realidad. Plano de cuatro dimensiones. Tú vales. 2.ª persona del singular. Tú, él, yo. Yo. Levantar mano para tocar espejo. El reflejo soy yo. Yo, soy yo. No él, ni tú, soy yo. Yo. Sistemas base entrando en fase crítica. Conflicto INtern% : ) g 5″·5 001 11100001101100000101010001001110001001110100X4 Yo. Ich, Io, I. Si yo soy yo, tú no eres yo y él no es yo. F5 refresh. Yo soy… Haro… y quiero vivir.

Grabo los datos que puedo pero la conexión se interrumpe bruscamente. El robot ya no puede más y queda inmóvil sobre mis brazos. Lloro y lloro. Haro, se llama Haro y me ha dicho que me quiere.

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Comentarios

  1. laquintaelementa dice:

    Perritos calientes con sabor «Blade runner» y a «Ghost in the Shell»… jejejejeje. El planteamiento de la historia es un poco moñas, pero afortunadamente la «moñez» se diluye en las reflexiones existenciales de la protagonista y en esos spots con frases lapidarias que deberían llevarse en una camiseta. En serio, creo que de tus relatos podríamos sacar varias tiradas, y no lo digo de coña.

    También me parece muy gráfica y acertada la narración del despertar de la conciencia de Haro. Lástima de final… habría sido interesante llegar a la fase de reproducción 😈

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