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El mejor afrodisiaco que existe

por Relato finalista

El mejor afrodisiaco que existe es la imaginación. Y si de un hilito de la imaginación cuelga una sombra de la realidad entonces ya es el éxtasis. El cuerpo es lo que se cansa, la mente es la que se agota. El cuerpo percibe los estímulos de los sentidos, pero el alma siente… El alma, o como quieras llamar a tu voz que te dice y te escucha al mismo tiempo. La cosa ésa. La mente se destruye después de un día en la caja de un supermercado, se agota, se extingue. Solamente necesitas una caricia y una palabra agradable para volver a ser una persona. Lo que sea, cualquier intención a salvo del mundo, la economía, las pensiones, los políticos, las guerras, el futuro, las confusiones de cada uno y las pobres focas y, sobre todo, a salvo de ti misma. Lo que sea que sea amable, en el sentido literal de esta palabra. Lo que sea que no sea una mierda. Lo que sea que no sea una lucha estridente, que sea un gusto. Cualquier estímulo que me sirva para descansar. Para quitarme de dentro todo lo que no soy. En un momento así le conocí y por eso no quise hablar con él, porque estaba demasiado cansada como para, encima, tener que dar conversación. Escribíamos despacio. Me serví una copa de vino más, la tercera copa de vino de más.

DRAGonxlm- Hola.
CATY4- Hola.

«Hola, hola, qué tal, qué haces, qué tal» (hla, hla, qtal, qhcs, qtal) y empezó todo. Estaba muy dispuesta a jugar. Necesitaba darme el gusto de jugar y que nada fuera más importante que mi deseo. No en ese momento. El momento más laberíntico de mí misma. En la salvaguarda del anonimato, me apetecía ser libre. Me apetecía estimularme, dejar de ser un vegetal con pesadillas. Me apetecía ser un poquito zorra.

CATY4- ¿Eres guapo?
DRAGonxlm- Vas directa, ¿y tú?

¿Directa? Verás.

CATY4- Tengo unas tetas que no te caben en las dos manos, y un chocho en el que te caben las dos manos.

Tardó en responderme unos cuantos segundos. Lo ayudé.

CATY4- Soy guapa, gordita y jugosa.
DRAGnxlm- Me gustan las mujeres que tienen los pechos grandes y el sexo prominente. No soy feo, ahora, si te van las mollas y el muscle

«Prominente», había dado con el poeta de la red. No dudé en responderle.

CATY4- A mí me van los hombres que tengan la polla dura y que me miren a los ojos.
DRAGonxlm- ¿Y si son feos?
CATY4- Que me miren a los ojos, a ver si les encuentro la esencia mientras me follan.
DRAGonxlm- Chica, qué ímpetu.

«Ímpetu». Ya no quedan de estos.

CATY4- No es ímpetu, cariño, es que tengo muchas ganas de que un par de huevos bien hermosos me reboten entre las ingles.
DRAGonxlm- Lo que se dice en el perineo…
CATY4- Lo que se dice que me la hayan metido hasta dentro entera y verdadera.
DRAGonxlm- Lo que se dice que te dejen el coño chorreando.

Había despertado, ya era hora, sólo me faltaba perder el tiempo con un cretino.

CATY4- Sí, tengo ganas de follar, de FOLLAR, ponerme de culo y que me la hundan toda.
DRAGonxlm- ¿Dónde vives?
CATY4- En Madrid.
DRAGonxlm- Yo en Valencia.
CATY4- Fíjate, si hubieran terminado el AVE, dentro de dos horas te estabas beneficiando a una putita rolliza y salida. Y gratis.
DRAGonxlm- ¿Y si me cojo el autobús?
CATY4- Llegas tarde, mañana tengo que trabajar. ¿Cómo eres?
DRAGonxlm- Delgadito, ¿te refieres a eso?
CATY4- Me refiero a si tienes una buena polla.
DRAGonxlm- Preciosa.
CATY4- Habrá que verla.

Unas frases más y lo dejé así, era muy tarde. Me había puesto ligeramente cachonda. Hacía tiempo que la raja no se me humedecía. Andaba yo como las Tablas de Daimiel antes del trasvase. Pero tanto vino y tanto cansancio dan tanto sueño que la existencia no me llegó para hacerme un dedo. En la cama me agarré fuertemente con la mano el pubis, frotándome: Sí que es jugosote —pensé— a ver si te lo ganas… Soñé con el valenciano, se me aparecía en sueños como un enano que se iba pisando el rabo. Me hacía sonreír.

***

Y seguir trabajando y seguir trabajando. Señoras y señores, yo no tengo la culpa de las carencias de esta sociedad que entre todos queremos que sea así, yo soy la puta cajera. Punto. Parece mentira que los obreros nos tratemos tan mal en cuanto nos encontramos a uno debajo del escalafón. Luego nos quejamos. Señoras y señores, sepan que soy licenciada en filología hispánica y que aquí estoy, pasando las latas de atún por el lector óptico. ¿Esta vida pretendemos? Esta vida tenemos, démonos las gracias, señoras y señores. Pero, entre lata y lata, yo tenía una sonrisa interior, de imbeciloide que piensa que esa noche quizá tuviera una aventurilla eroticoide con un tío que no conocía y que no me importaba en absoluto.

Me estaba aficionando al vino, qué rico el riojita, madre. Me provocó una íntima ilusión encontrarlo ahí. Nos lanzamos unos cuantos mensajes subiditos de tono, sobre todo yo, del tipo «me estoy tirando de los pezones como si fueran chicles», que era mentira. Sí, reconozco que me acariciaba inopinadamente el sexo por encima del pijama. Acepté hablar, conecté el micrófono y los altavoces. Su voz sonaba algo nasal, se reía, sabía controlar los silencios. Me agradaba. Nada de loros hormonados echándote la brasa con un panegírico de las venas de su nabo. Era discreto, incluso tenía cierta elegancia. Yo a ser la bruta y la bruja, la bestiaja, a desfogarse, encantada con mi rol de emperatriX. Este tío, por lo menos, parecía tener un manojito de neuronas dentro de la cabeza. Una rareza.

DRAGonxlm- ¿Y te llamas?
CATY4- Caty, la de las tetas como globos llenos de agua.
DRAGonxlm- Bueno, Catyladelastetascomoglobosllenosdeagua, he estado pensando en lo de ayer…
CATY4- Y te has hecho una paja.
DRAGonxlm- Me hice una paja viendo una peli porno de gordas metiéndose los dedos.
CATY4- A mí lo que me gusta es meterme cuatro dedos secos y sacármelos mojados.
DRAGonxlm- Eso me excita. Pensaba en lo que me dijiste ayer…

A ver por dónde me sale el valenciano.

DRAGonxlm- …Y si te pusieras de culo, no te podría mirar a los ojos. ¿Qué preferirías?

Mira, mira, qué rico, el naranjillo.

CATY4- ¿Qué me ofrecerías, criatura? Qué tetas tengo, joder, me gusto.

Si me viera con el pijama de abejitas… Le regalé un gemido, ¡qué libertad! Yo, la puta cajera, la gorrrda, la reina de los sueños de un hombre, si se atreviera a soñar. Se lanzó.

DRAGonxlm- Yo preferiría… imagínate una penumbra, bailando los dos unas canciones lentas, mirándonos a los ojos, mirándonos, viéndonos. Mirándonos los ojos, no a los ojos, mirándonos los ojos. Me imagino sintiendo tus pechos grandes oprimiéndose contra mi pecho, tus manos sintiendo mi cintura, palpar tus cachas, tus carnes deliciosas, insinuarnos un beso, un deseo de besar… Contarte un chiste para que vibrara tu risa en tu cuerpo y aprovechar para resbalar mi aliento por tu cuello, percibir tu olor, tu perfume, tu piel, restregarte la nariz por la carótida, intentar meterte mano, suavemente, por el trasero…

¡Ay, qué tontillo, el meridional, pero bueno! Lo mismo era filólogo.

DRAGonxlm- Pasarte un dedo por la raja profunda de tus nalgas…

¡Ay, la raja, ay, la raja! Me quité los pantalones del pijama, alegría, me escancié otro vinillo y me puse cómoda en la silla, acariciándome el ombligo. Me divertía. Yo allí, despatarrada, contemplando una pantalla sin nada que ver, escuchando a este figurilla decirme cosas bonitas.

CATY4- Mi trasero te da para un paseo muy largo y muy intenso, valencianito delgadito.

DRAGonxlm- Llevarías falda, porque una mujer gordita con falda es una diosa… esos muslos anchos, qué delicia, depilada, suave…

Las cogía al vuelo, el valenciano. Hay que revisarse estas guedejas.

DRAGonxlm- Te subiría la falda, llevarías un tanga para poder disfrutar de tus carrillos a manos llenas, de ese culo enorme y redondo…

Enorme, sí; lo de redondo… Dejémoslo en enorme.

DRAGonxlm- Agarrando tu culo, rozaría mis labios con tus labios…
CATY4- Te metería la lengua hasta la garganta, cielo mío, a mí me gusta la carne.
DRAGonxlm- Un beso bueno se hace esperar, Catyladelospechoscomoglobosllenosdeagua, te besaría los labios, sólo los labios casi sin besarte, amasando tu culo…
CATY4- ¿Y mis tetas qué? ¿Me las vas a dejar ahí abandonadas? Me gusta que me toquen las tetas, que me las chupen, que me las llenen de saliva, que me las follen. Me gusta tener una polla en las tetas muy cerca de la boca, corazoncito, una polla preciosa restregándose sobre mis pechos.

La verdad es que el tío se estaba ahorrando una pasta en líneas eróticas.

DRAGonxlm- Vas muy deprisa, Caty, los hombres nos lo jugamos todo a un tiro, hay que disfrutarlo.

Uno que no va directo al hoyo, ¿de qué planeta ha salido éste? ¿De Saturno?

CATY4- Si me vieras desnuda ahora acariciándome estos cántaros no me rozarías los labios en los labios, poeta, me meterías el rabo por la boca y luego por el culo. Y yo encantada.

Ni palabra del pijama de abejitas, pero lo había desarmado. Un dedo ya me andaba por debajo de las bragas. A gozar. Me clavó la estaca.

DRAGonxlm- Se ve que tu último novio no te dio un beso apasionado en los últimos mil años. No te creo nada.
CATY4- Tú te lo pierdes. Mañana más. Hazte una pajita con tus gordas.

A coger naranjas.

Qué pedazo de gilipollas, me había tocado el alma. Se me quedó el dedo helado. En los últimos mil años antes de lo último yo tampoco le había dado un beso apasionado a mi novio. Y me di cuenta de que el problema no era él, ni los últimos mil años, ni el beso. Era la pasión. Eso era cosa mía.

***

Buenos días. Gracias. En atención al cliente, caballero. No le digo que no, en atención al cliente, caballero. Gracias. Le repito que en atención al cliente, señora. Gracias (y yo en la suya). Gracias.

Estaba con un mosqueo que me comía las puertas. Me di cuenta de que el mosqueo era conmigo misma, no con el murciélago. Al revés, había sido un tío correcto, se había permitido una intimidad, nada más. Y es lógico hablar de intimidades si estás hablando de que te penetren el ano con la picha empapada de tu propia saliva, coño. Con tanto hablar de mis tetas, me las veía cada vez más bonitas y más hermosas, mis grandes y cálidas tetas, y mi culo, un manjar. Un manjar porque mi culo era un culo apasionado. Y yo era una mujer apasionada rodeada de despasiones y con la libertad de volver loco a un hombre que, sin conocerle siquiera, se estaba convirtiendo de algún modo en algo importante para mí. A jugar. Qué es la vida, un frenesí, una sombra, una ilusión, como dijo el Calderón.

Cuidado con el rioja, Caty.

CATY4- ¿Cómo te llamas? No te lo pregunté.
DRAGonxlm- Dragón el de la polla como la barra de un paso a nivel.

Lo mejor de él, es que me hacía reír. Me hacía olvidar tanta mala leche que destila el personal.

CATY4- No, en serio.
DRAGonxlm- Jose.
CATY4- Jose… Perdona por ponerme un poco borde ayer, me tocaste una fibra sensible. Mi último novio y yo llegó un momento que teníamos una relación parecida a la que tienen las amebas con su entorno. Quizá algo menos emocionante. ¿Sabes? El amor es como una pera.
DRAGonxlm- En eso estaba yo pensando, precisamente, en una pera…
CATY4- Idiota. Es la Pera Fénix. Te la comes todos los días y renace. Si no te la comes, se pudre.
DRAGonxlm- Sucede, a veces. Perdona tú, me pasé de frenada. Pero la paja me la hice.
CATY4- ¿Quieres hacerte una ahora, viéndome?
DRAGonxlm- ¿Conectamos las cámaras?
CATY4- Las conectamos, las cámaras y los orgasmos, corazoncín. Quiero ver cómo te masturbas, quiero ver cómo te frotas la polla. Pero te advierto que yo de cuello para arriba no salgo, no me apetece ser la diva del YouTube.

Ya había hecho ensayos con la cámara, tenía controladas las posiciones y las alturas. Por lo visto, él también. Apareció en la pantalla el valenciano en pelotas, repanchingado y con el nabo echando chispas. Era delgadito, peludillo, un poco enclenque, pero ¡qué hermosura de polla tiesa y de huevos colgando! Si le llego a tener delante, se los estrujo como si fueran kiwis. Enchufé la cámara.

CATY4- ¿Te gusta mi pijama de abejitas?
DRAGonxlm- Fascinante.
CATY4- Pues ahora voy y me lo quito, para que te fastidies.

Mañana me las van a dar todas en el inventario. Allá voy, que le den por culo al inventario y a las abejitas. Me desnudé. No llevaba sujetador ni bragas, al natural, como los berberechos. Acerqué mi coño a la cámara, tocándomelo y restregándomelo con la mano.

CATY4- ¿Te gusta el primer plano? Es una buena peli…
DRAGonxlm- Me encanta, joder, qué coño más rico.

Me había depilado a conciencia, soy de lo mejor.

CATY4- Mira lo que hace mi dedito, qué travieso.

Me deslizaba el dedo por la raja de arriba abajo. «¡Atención! ¿Ves que está seco? Eso lo arreglamos enseguida.» Me metí el dedo corazón, mi preferido, hasta dentro, apretándome, moviéndome. Lo saqué muy despacio, mojadísimo, brillante, lo ostenté frente a la cámara. Y me lo volví a meter. «¡Uy, qué solito está ahí dentro, vamos a ponerle compañía!» Y fue para adentro el índice, y luego el anular, y luego el meñique; con el pulgar me frotaba intensamente el clítoris. Hacía fuerza para que me entrara bien toda la mano.

CATY4- ¿Te gusta, murcielaguito? ¿Ves cómo no te mentía?
DRAGonxlm- Me encanta. Déjame verte el culo.

Qué paja se estaba haciendo, el cabronazo. Esa polla se la chupaba yo a boca llena. Me di la vuelta y me alejé un poco mientras me follaba con la mano. Me puse en pompa y me acaricié las nalgas en redondo con la otra mano, intercalando azotitos. Me di unos azotes más fuertes.

CATY4- Seguro que ahora me rozabas los labios con los labios, ¿a que sí?
DRAGonxlm- Ahora te daba un mordisco en ese culo que ibas a ver las estrellas.
CATY4- ¿Te gusta? Todo para ti, dragoncito… ¿Dónde va este dedo?

Me introduje un dedo por el culito —en mi caso, el culazo—. Estaba muy excitada, muy perra, empapada. Me senté en la silla, con las piernas abiertas, quería verle. Se iba a reventar la polla si se la seguía apretando de ese modo. Me daba algún que otro azote en los muslazos, me acariciaba los pechos, me oprimía los pezones.

CATY4- No me dices nada de estas tetas rebosantes…
DRAGonxlm- ¡Oh, qué tetas, Caty, me haces soñar con mis propios sueños!

Qué frase, fideo salido, qué frase, me vas a enamorar. Nos dábamos el gusto uno frente a otro, juntos, a trescientos kilómetros de distancia, gozándonos cada vez con más intensidad.

CATY4- Me voy a correr…
DRAGonxlm- ¡Y yo!
CATY4- ¡Yo más!

Y me corrí, y se corrió. Por la trayectoria, el escupitajo suyo debió de llegar hasta el techo. Yo tuve un orgasmo glorioso. Me salió un gemido de lo más hondo del corazón, me temblaban las piernas. Me cogió, de nuevo, al vuelo, el valenciano.

DRAGonxlm- Qué piernas más bonitas tienes, así, macizorras. Qué tetas, qué ombligo. Qué bonita eres, gordita y bonita.

Hablamos un buen rato. Nos reímos. En la cama, tuve otro orgasmo, suavecito, suavecito.

***

«¡Sr. Juanjo, acuda a la sección de perfumería; Sr. Juanjo, acuda a la sección de perfumería!» (Venga, Juanjo, hijo, que ya estás en el punto de mira y a este paso te ponen de patitas en la calle, espabila.)

Era sábado. Me perfumé. Me ceñí unas medias negras de seda, qué muslos los míos, qué mullida, qué apetitosa. Un tanguita de los que a los hombres les excitan tanto, con la línea de tela brotando entre los dos carrillos. Un sujetador calado color violeta rodeando mis grandes y deseados pechos. Unté de aceite mi cuerpo imperfecto y suculento, mi cuerpo dispuesto a todo lo que fuera darme y dar placer. Y lo demás, que se lo devoren los monstruos en sus grutas. Me había comprado un vibrador azul y una máscara veneciana. ¿Quieres soñar? Sueña.

DRAGonxlm- ¡Cómo me estás poniendo, Caty!
CATY4- Ponte una lenta y disfruta del espectáculo, hoy hay fiesta.

Yo me puse una lenta también y le hice un baile a mi manera, despacio, tomándome una copa, acariciándome. Había traído el sofá del comedor para estar más cómoda. Me abrí de piernas. Le hice la peli porno de su vida. Me metí el vibrador por todos los agujeros, lo chupé mientras le decía: «Así te la voy a chupar a ti» y me corrí con el vibrador enterito dentro de mi ano y dos dedos dentro de mi coño. Le oí volar. Lo vi flotar.

El vibrador azul quedó como un pitufo después de un chaparrón, y el techo de la casa de mi meridional debía de tener ya estalactitas. Felicidad.

***

Un tipo me quiso pegar, el muy hijo de puta, incluso me zarandeó. Si no llega a ser por Juanjo —que lo acabaron echando— me sacude. Estas cosas, aunque me afectaban, ya no me importaban demasiado. Sentía un bienestar inmenso, había establecido un vínculo muy fuerte con el murciélago valenciano de la polla tiesa. En ocasiones me sorprendía a mí misma pensando que estaba enamorada de él. Enamorada de un hombre al que nunca había visto, ni había tocado, ni había olido en directo. Nos resistíamos a mandarnos la foto, era una especie de pacto, pero nos habíamos dado los teléfonos. Nos mandábamos mensajes picantones, hablábamos, nos contábamos asuntos y siempre acabábamos provocándonos. No me he hecho tantas pajas en mi vida, tenía el chocho como un tomate. Decidimos vernos.

Y ahora viene lo más extraño de esta historia verdadera, basada en hechos reales. Quedamos en un hotel que eligió él, en Motilla del Palancar, a mitad de camino, un domingo. Dejé a una amiga dicho dónde iba y con quién, por si acaso aparecía en trocitos, nunca se sabe.

Qué desastre.

El hotel era cutre a más no poder, supongo que las fotos de Internet estaban trucadas. Parecía un puticlub de carretera. Ni siquiera era un hotel, era un hostal de grasa y camionero. No importaba. Yo sentía a partes iguales ilusión e inquietud. Nos encontramos en la cafetería. Nos reconocimos. Nos miramos, nos vimos las caras. ¡Qué momento! Guapo no era, pero feo tampoco, más joven de lo que suponía. Estábamos nerviosos los dos, sonreíamos, «qué tal, cómo estás». Tomamos un café, había algo raro en nuestra actitud, estábamos sobreactuados, nos costaba hablar con fluidez, con confianza. Nos observábamos. Joder, que me había metido un vibrador por el culo delante suyo, varias veces. Y él había derramado delante de mío unos cuantos litros de semen. Decidimos subir a la habitación. Tonteamos, nos besamos… ¿Qué pasó? No conseguía excitarme con él, andábamos algo fríos, él tampoco lograba empalmarse como en la pantalla. Nos tocamos… No sé lo que pasó, no lo comprendo. O sí. En realidad nos conocíamos, pero éramos extraños. Qué desastre. Acabamos echando un polvo… un polvo, ¿cómo decirlo? Vulgar. Un polvo que no tenía nada que ver con nuestras noches y nuestros juegos, un polvo de motel. Pasó la tarde y nos despedimos, de vuelta a nuestras respectivas chozas. Y por la noche hablamos, que claro, no era tan fácil, que da palo, que es una primera aproximación, que el sitio no ayudaba, que si estuvieras ahora aquí te hacía la buena mamada que no te he hecho, que me encantaría que me metieras esa lengüecita por el coñito, que me aprietes los pechos, que me muerdas los pezones, que me des con la punta de la polla en los ovarios… —bueno, eso no, que duele—. ¿Será posible, que nos hayamos tenido a tiro y andemos ahora orgasmando tan lejos de Motilla del Palancar?

***

Sr. Rodríguez, ¿podría cambiar el turno de este sábado? Se está muriendo mi abuela, la de Cáceres, y me gustaría verla por última vez antes de que expire…

Entre echarse para adelante o echarse para atrás, la decisión es clara. Reservé una habitación en el Tryp Valencia, cinco estrellas como soles, y el viernes por la noche me fui para allá en autobús. Nada de tonterías: desayuno el sábado y a follar como locos, murciélago, te lo digo.

Desayunamos y follamos. Pero no como locos. Follamos y ya. Era de cine. O de chiste, pero tenía su lógica. Nos habíamos imaginado, nos habíamos soñado tanto que no encajábamos en la realidad. Nuestra realidad era nuestra imaginación, no nosotros. Estaba frente a mi ángel, mi ángel mío de mi vida, y resulta que no tenía alas. El sábado por la tarde me cogí un autobús de vuelta. Durante el viaje hablamos por teléfono, sobre todo él. Descubrí lo excitante que puede llegar a ser masturbarse en secreto rodeado de gente. Con mi enorme bolso encima del regazo, la bragueta de los vaqueros medio abierta y mi dedito apretado entre las piernas juntas. Me tuve que morder los labios.

***

Con el tiempo se nos diluyó la pasión. Se pudrió la pera. El hilo que conectaba con la realidad se había roto. Abandonamos poco a poco el rito que habíamos creado. Sencillamente, dejamos de buscarnos y dejamos de encontrarnos. A veces pienso que habría sido mejor quedar en un cibercafé discreto, cada uno en una punta y excitarnos sin saber por dónde andaba el otro. Y luego cada cual para su casa, sabiendo que habíamos estado muy cerca, que nos habíamos visto sin saber quiénes éramos y que allí nos habíamos masturbado secretamente juntos.

Y un día me acordé de Juanjo y decidí llamarlo, a ver qué tal le iba, tenía su teléfono perdido por ahí. Quería agradecerle lo que hizo por mí cuando aquel energúmeno intentó agredirme. Me puse el sujetador violeta y me desabroché dos botones del escote. Directa y concisa. Me apetecía mucho tener una buena polla dentro del cuerpo, y gozármela. Hoy hay fiesta. Y Juanjo no era de los que se echaban para atrás. Pensaré en ti, murciélago mío.

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Comentarios

  1. Walkirio dice:

    Me he reído. De verdad que me he reído. Es fresco y crudo, carece de artificios y tan real que… porque eres un puto escuchimizao, que si no, la próxima vez que te pidiera un White Label te miraba el escote, por si acaso.

    Lo del «enano que se iba pisando el rabo» me han desencajao las quijadas.

  2. Nadia dice:

    Marcos, me ha encantado, divertidísimo, vaya estilazo querido, envidia me das.

    Muacks.

Los comentarios están cerrados.