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El fin y el principio

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Son las siete de la tarde, llego a casa tras un duro día, aún no me lo puedo creer, vengo del funeral de mis padres, han fallecido, sí, fallecido, los dos juntos, algo increíble, así, por sorpresa, como suele suceder en estos casos. De repente, un día recibes una llamada de la comisaría o del hospital preguntándote si conoces a tal o cual persona, para que te acerques al hospital o dónde corresponda, no te preocupes, no es nada grave, dicen para que no te asustes, pero de camino ya te vas haciendo a la idea de lo que puedes llegar a encontrarte. En este caso, mis padres han fallecido en un accidente, no he podido siquiera despedirme de ellos, y aquí estoy, solo, bloqueado, sin ganas de seguir viviendo, sin nadie que me espere en casa, si ni siquiera tengo mascotas que estén tras la puerta esperando mi regreso… ¿por qué no me habré ido con ellos?

Abro la puerta, enciendo la luz, me espera la soledad… así todos los días de ahora en adelante, cómo saldré adelante solo, no tengo familia, nadie que yo recuerde, mis padres eran hijos únicos, y mis abuelos fallecieron cuando yo era demasiado pequeño, ni siquiera les recuerdo. Mi casa está vacía, sí, llena de muebles pero vacía, no hay nadie salvo yo, no suena el teléfono, no viene nadie a consolarme ni a preguntarme si me encuentro bien, si tengo hambre o si llegaré tarde… debo comenzar a vivir de nuevo, a aprender a estar solo.

Un momento, pero, qué es esto… un sobre en el suelo, lo recojo, lo doy la vuelta y no hay nada que pueda identificar su remitente ni su contenido. Procedo a abrirlo, me encuentro unas fotos, no hay ninguna carta, sólo las fotos, las miro…debe ser una broma, debo tener algún enemigo, no puedo dar crédito a lo que estoy viendo, todo debe ser fruto de mi imaginación. Vuelvo a mirar el sobre, las fotos y voy siendo consciente de que no es un mal sueño, en las fotos aparecen mis padres con otras personas, en las primeras fotos parecen un grupo de amigos, pero siempre aparecen las mismas personas, mis padres y otras parejas, pero al ir pasando las fotos, mis padres aparecen en actitud más o menos cariñosa, pero no entre ellos, mi padre con otra señora y mi madre con otro señor. La cabeza me da vueltas, no puedo soportar otro duro trago, me mareo. Me tumbo en el sofá y me bebo una botella de un licor caro, sé que el alcohol me sienta fatal, pero nada podrá paliar el dolor que siento, ni siquiera esto podrá ayudarme a olvidar.

Despierto a las cinco de la mañana, vuelvo a recoger el sobre y a observar las fotografías detenidamente, una a una. Qué desilusión, para mí era el matrimonio perfecto, los padres perfectos, la vida era perfecta; otro duro golpe en el día de su entierro, no puedo pensar, estoy bloqueado, voy al baño y me tomo dos tranquilizantes con un vaso de agua, espero descansar. Dormir es imposible con tantas emociones vividas en estos últimos cuatro días, cierro los ojos y lo único que veo es a mis padres en los féretros y las fotos que he recibido anónimamente, pero qué me ocultaban mis padres, debo averiguarlo.

Me despierto, son las doce de la mañana del día 25 de enero, parece que los tranquilizantes han hecho su efecto, he podido dormir algo, no sé cuánto tiempo… no es que me haya despertado descansado, al contrario, estoy más cansado, con dolor de cabeza, ni duchándome logro despejarme, todo sigue dándome vueltas en la cabeza, imágenes, risas, gestos, mimos, carantoñas, todo mezclado y todo perdido en un día. Hago café e intento ordenar mis ideas y mi agenda. Debo arreglar papeles, solucionar todo el tema legal.

Tengo cuatro días de permiso en mi trabajo y muchas cosas por hacer. Decido ir a la casa de mis padres, tengo que empezar por algún sitio, he decidido empezar a recoger sus cosas, donaré sus ropas, indagaré en sus papeles para encontrar algo, no sé el qué, pero necesito respuestas a todas mis preguntas.

La casa de mis padres está tan sólo a tres manzanas de mi casa, me pongo ropa cómoda y unas deportivas y decido ir andando. Recojo el famoso sobre, lo guardo en mi carpeta y justo cuando voy a cerrar la puerta con llave, suena el teléfono, es una voz de mujer, me pregunta si he recibido el sobre, le pregunto que quién es y se calla, no me da ningún tipo de respuesta. Lo único que me indica es que quiere concertar una cita conmigo, que tiene noticias sobre la muerte de mis padres y que es muy urgente que nos encontremos. Decido quedar con Gabriela, así se llama la mujer, ese mismo día, a las seis de la tarde, en la cafetería Allegra, que está en la Plaza del Encanto.

Caminando hasta la casa de mis padres vienen a mi memoria recuerdos de mi infancia, de mi juventud, mis amigos, mi primera novia, Claudia, ¡oh! Claudia, qué será de ella… Llego a casa, abro la puerta, todo está a oscuras, tal y como ellos lo dejaron antes de marchar de vacaciones y coger aquel fatídico crucero, todo ha sucedido tan deprisa… Enciendo las luces del descansillo, subo las persianas y abro las ventanas, necesito que entre aire fresco para poder respirar. Miro las fotografías, todo colocado en las estanterías, los libros, los recuerdos de los múltiples viajes, todo eran risas en esta casa, por más que pienso no logro recordar ninguna discusión entre mis padres, siempre se les veía juntos, sonriendo, atentos y considerados el uno con el otro, pero ¿qué significan esas fotografías? ¿Por qué las recibo justo el día de su entierro?

Despacio recorro toda la casa, el salón, la cocina, la biblioteca, el despacho de mis padres, y, al fin, llego a su dormitorio, todo igual, todo sigue igual, las flores aún frescas, cortadas por mi madre del jardín, como hacía todos los viernes, le encantaban las flores frescas, pero no le gustaba que se las regalasen, prefería las flores recién cortadas del jardín, su jardín, su lugar de entretenimiento y relax. Pero no todo está igual, algo ha cambiado, no logro reconocer el qué, pero no todo está igual, noto un pequeño cambio que no llego a reconocer, miro todo detenidamente, pero no percibo nada extraño… Me estoy volviendo loco, decido ir al despacho de mis padres e ir registrando sus mesas, empiezo por la mesa de mi madre, las fotografías, todo lleno de fotografías, todas con marcos diferentes, siempre que iba de viaje compraba marcos para enmarcar aquellas fotografías que hacía con su vieja cámara, no era digital, era una cámara réflex corriente, odiaba la tecnología; veo carpetas, las abro, sólo hay información sobre nuevas formas de hacer injertos y conseguir nuevas plantas, abro los cajones, no hay nada fuera de lo normal, papeles, rotuladores, bolígrafos, más fotografías… las miro detenidamente, no encuentro nada, sólo son fotos de mis padres, de ellos con sus amigos, conmigo y, por sorpresa, aparece otra fotografía, parecida a las que he recibido en mi casa. Mis padres en Mallorca, delante de la catedral, ¿con sus «otras parejas»?

Voy a la mesa de mi padre, sus escritos, el boceto de su próximo libro, todo como siempre, empiezo a abrir los cajones, nada raro, todo como en la mesa de mi madre, de repente, en un cajón, encuentro una cajita, pequeña, decorada con motivos mayas, y dentro sólo hay una llave, la llave de la caja fuerte que está en la cocina, detrás del bote de las galletas. Siempre nos reíamos del lugar elegido para poner la caja fuerte, pero mi padre afirmaba que ese era uno de los pocos sitios en los que los ladrones no mirarían, y tenía razón. Voy a la cocina, retiro los botes y abro la caja fuerte, aparece una copia del testamento, eso es lo que menos me preocupa, más fotos, ideas para sus próximos libros y un sobre a mi nombre. No puedo respirar, la situación me está superando, salgo al jardín con el sobre en la mano y me siento en mi rincón favorito, en el balancín que montó mi padre, donde he pasado largos ratos leyendo y jugando con mis amigos.

Me siento, y despacio, con miedo ante lo que voy a encontrar, voy abriendo el sobre, una fotografía, sólo una, con una dirección en Madrid, cerca del Retiro, escrita en el reverso de la misma. Ni una carta, espero encontrar la respuesta a alguna de las múltiples preguntas que rondan mi cabeza día y noche y que no me dejan descansar.

Me dirijo a la dirección de la fotografía, voy nervioso, no sé lo que me voy a encontrar. Llego al portal y como quien no quiere la cosa, entablo conversación con el portero de la finca. Es muy simpático, poco a poco se va soltando y me va comentando cosas de las personas, mejor dicho persona, que habita en la vivienda. Es una joven, de nombre Grabiella, qué casualidad. Al parecer sus padres murieron en un accidente y ella está sola, no tiene más familia. Qué casualidad, sus padres murieron en un accidente, como los míos… Empiezo a tener sospechas, hay demasiadas casualidades.

Me lleno de valor y decido subir, total, la hora que es, las cinco de la tarde, seguro que no hay nadie en casa. Subo despacio las escaleras, el edificio es señorial, todas las paredes están cubiertas de fino mármol, lámparas impresionantes, no dejo de observar todo detenidamente. Tras subir las escaleras de dos plantas, llego a mi destino, sí mi destino, dónde espero encontrar respuestas a todos mis interrogantes. Llamo al timbre y tras cinco minutos de espera alguien abre la puerta, aparece una chica de unos veintiocho años, no creo que tenga muchos más. Le digo quién soy y los motivos que me han llevado a su puerta. Me hace pasar, sólo con oír mi nombre me deja pasar a la casa. Tiene una tímida sonrisa, ella sabe perfectamente quién soy yo, pero yo no sé nada de ella.

Me ofrece un café, pero decido no tomar más café por hoy, necesito descansar y el café no me servirá de ayuda. Tras una breve presentación, ella me hace un pequeño interrogatorio sobre mis padres y lo que yo sabía sobre su relación. No me deja tiempo para preguntarle a ella, pero cada vez parece más sorprendida con algunas de las cosas que la estoy contando. En una estantería veo una fotografía, me levanto y la cojo, sí, son ellos, la pareja que está con mis padres… No entiendo nada. En un ataque de sinceridad decido revelarle todo lo que sé, que es más bien poco, sobre mis padres y sus padres. Ella sonríe de nuevo, creo que ella sabe más de lo que yo creo y espero no tardar en escuchar lo que tiene que contarme.

En dos horas de charla y varias tilas, tengo alguna idea más clara. Ya sé que mis padres tenían relaciones paralelas, que casualmente se enamoraron entre ellos. A ella le contaron su secreto, la veían más preparada para afrontar la situación que a mí. Por ella descubro que nuestros padres eran felices, tanto con su pareja legal como con su nueva pareja, que planeaban irse los cuatro a vivir juntos y comenzar una nueva vida en un pequeño pueblo de Galicia, una aldea perdida y sin habitantes, tenían todas las ideas muy claras, sabían perfectamente que deberían luchar contra viento y marea, les daba igual, se veían capaces de ganar esa batalla.

Tras horas de conversación me despido de Gabriella. Llego a mi casa, me ducho y me meto en la cama. Estoy agotado, pero no sé si podré dormir esta noche. Suena el despertador, son las nueve de la mañana, no me lo puedo creer, he logrado dormir toda la noche de un tirón. Pongo la cafetera mientras me ducho y me visto, tomo un café rápido y salgo a toda prisa a recoger a Gabriella. Llego a su casa, llamo al timbre y espero, nadie responde, aparece el portero, me indica que ella dejó la casa el día anterior, poco después de marcharme yo, no sabe a dónde se ha dirigido, no ha dejado ni siquiera una dirección de contacto. Quizás no regrese en una buena temporada, se ha llevado varias maletas y el portero la oyó decir al taxista que la llevase al aeropuerto de Barajas.

No me lo puedo creer, otra vez como al principio, no sé por dónde continuar. De repente, el portero me saca de mi ensimismamiento, y me entrega una carta que ha dejado para mí Gabriella. Leo la carta detenidamente:

Estimado Rodrigo

Lamento las circunstancias en las que nos hemos tenido que conocer. Mis padres fallecieron el mismo día que los tuyos, sí el mismo día y a la misma hora, iban todos juntos en el mismo coche, sí lees bien, en el mismo coche. No me sorprendió nada de lo que me contaste ayer en mi casa. Al contrario, yo sabía toda la historia. Mis padres y los tuyos tenían relaciones paralelas, estaban liados, o como lo quieras llamar, entre ellos. Se conocieron hace años, estábamos todos de vacaciones en Grecia y nos conocimos en el aeropuerto. Al principio no le dí importancia, me parecía que existía un trato cordial entre ellos, al fin y al cabo, éramos los únicos españoles en aquel aeropuerto. Pasamos unas vacaciones estupendas, pero empecé a sospechar, había algo raro en todo aquello. No era normal que mi padre saliese cada vez más con tu madre y tu padre con mi madre. Ellos se escudaban en sus vidas profesionales para justificar dicho acercamiento, ya que mi padre era médico como tu madre y mi madre era abogada como tu padre. Ya ves la vida está llena de casualidades.

Al regreso del viaje, ya nada volvió a ser igual, mis padres cada vez parecían más felices, pero más distanciados. Aunque ellos parecían querer disimular. Ya cansada de tantas apariencias, un domingo, mientras comíamos decidí poner las cartas sobre la mesa y preguntar abiertamente sobre su rara conducta. Ellos fueron sinceros y me contaron todo. Su matrimonio, tras cuarenta años juntos, ya no era el que fue al principio, yo lloraba y les indicaba que eso sucede siempre, pero ellos continuaban hablando y contándome que el viaje a Grecia les cambió la vida, que descubrieron a otras personas que compartían sus aficiones, sus ilusiones y su forma de ver la vida. Entre todos, decidieron seguir su vida con sus parejas respectivas, pero tener una relación abierta y que cada uno tuviese la libertad de poder salir con otras personas. Lo tenían demasiado claro, mi padre quería estar y conocer a tu madre, mientras mi madre pretendía lo propio con tu padre. Ellos querían contártelo a ti también, y si no me equivoco, el día después de regresar del crucero, irían a tu casa para contártelo todo.

Ya ves, yo, que era una chica normal, con unos padres normales y muy enamorados, me encuentro con esta situación.

¿Cómo reaccionarías tú? Hice mis maletas y me marché de casa, necesitaba tiempo y espacio para pensar, creí volverme loca, no daba crédito a sus palabras, cerraba los ojos y sólo recordaba aquél domingo. Los tres sentados en la mesa…

Puse rumbo a Barcelona y no volví a saber nada de ellos hasta que dos semanas después, llamó la policía a mi puerta. Se identificaron y me indicaron que les acompañase a comisaría, estaba aturdida, cuando llegamos a comisaría y me contaron lo sucedido creí volverme loca. Decidí regresar a Madrid, a la casa donde tú me encontraste, e intentar buscar más respuestas a mis dudas. No es que haya encontrado respuestas, al contrario, cada día que pasa tengo más y más dudas, pero ya no tengo a nadie que pueda responder a mis preguntas.

Lo siento mucho, pero no puedo contarte nada más. Eso es todo lo que sé. Espero haberte aclarado algo.

Sólo te pido que rehagas tu vida y que no mire atrás, intenta salir adelante.

Un cordial saludo
Gabriella.

¿Y esto es todo?, ¿se piensa que con esta carta me puedo quedar tan tranquilo? No, no, no, esto no puede quedarse así, necesito verla, charlar con ella, necesito tenerla cerca. Entiendo a mis padres, ya que estoy viendo a su hija, pero me estoy volviendo loco, esto no puede ser, lo que me faltaba, enamorarme de la hija de de los amantes consentidos de mis padres…

Regreso a mi casa, y busco una agencia de detectives, debo saber algo más de Gabriella. Llamo a la que está más cerca de mi casa y concierto una cita para el martes de la semana siguiente, el lunes tengo la cita para la apertura del testamento. La cita es a las doce de la mañana.

El tiempo pasa lentamente. Paso el fin de semana como puedo, sigo recogiendo las cosas de mis padres, ropa, libros, documentos, sus cartas, las joyas, el anillo de pedida de mi madre… Todo era tan perfecto y todo cambió en cuestión de diez minutos, el tiempo que tardó aquel borracho en chocar con ellos y terminar con sus vidas para siempre, no se pudo hacer nada por ellos, murieron en el acto… Mamá, papá… por qué me habéis dejado solo…

Por fin es lunes, recojo algunos documentos y me dirijo caminando a la testamentaría de Gran Vía, entro en el portal del número 59, una mujer ha entrado delante de mí, y llego tarde al ascensor; tengo que esperar al siguiente ascensor. La puerta de la oficina está abierta. Se ve un despacho decorado con mucho gusto, todo en colores claros y bien iluminado. Me indican la sala de espera, tendré que esperar unos cuarenta minutos, ya que he llegado temprano y el abogado está reunido con otra persona. Seguro que es la mujer que ha entrado delante de mí en el ascensor. Cojo la prensa del día, nada nuevo, todo noticias acerca del tiempo o deportes, ya no hay noticias como antes…

Entra la secretaria y me indica que ya puedo pasar al despacho, al ir por el pasillo creo reconocer a Gabriella, me doy la vuelta y salgo corriendo tras ella, pero, de nuevo, la puerta del ascensor me vuelve a jugar una mala pasada y ya se ha cerrado. Me doy la vuelta y ahí está la secretaria, que me apremia para que entre a ver al notario y al abogado, tienen muchas citas y no pueden perder el tiempo. El testamento es lo de siempre, soy el único hijo y todo es para mí, todo, pero yo no quiero nada, sólo quiero que mis padres regresen y no estar viviendo esta pesadilla, de repente el abogado hace un pequeño inciso e indica que hay un legado que hacen mis padres a Gabriela, no es nada importante, sólo es una gargantilla que ha pertenecido siempre a mi familia, conforme a las mil y una historias que mi madre me contaba cuando se la ponía, pero eso no es todo. Tras acabar la lectura del testamento de mis padres, dan comienzo a la lectura del testamento de los padres de Gabriella, sus padres han hecho lo propio conmigo y me han legado un viejo reloj de cadena. Parecen los típicos regalos de pedida.

Salgo aturdido del abogado, sigo sin explicarme demasiadas cosas, en un banco me espera Gabriella, sí era ella la persona que estaba en el abogado antes que yo, está llorando desconsoladamente, cuando me ve se echa en mis brazos sin decir palabra. Procuro tranquilizarla y dando un paseo acabamos en mi casa…

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Comentarios

  1. laquintaelementa dice:

    Buen debut, señorita. Esperamos contar con su participación a partir de ahora 🙂

  2. levast dice:

    Jeje, se nota en el relato que te has tragado mucho libro de intriga romántica, un aspecto que lo distingue del resto. Ah, y bienvenida a la secta. 😉

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