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El espejo de dios

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Alguien burló el sistema de seguridad y se deslizó hacia el sótano. Allá abajo, el acelerador de partículas más pequeño del mundo dormía en la oscuridad del laboratorio.

Los avances en Nanorobótica y Ciberfísica Nuclear habían posibilitado, a mediados del 2027, que el legendario Cosmotrón fuera ahora poco más grande que la pantalla de un ordenador. En realidad eso es lo que era: una computadora, bautizada como GOD (Gravitational Optic Device) conectada a diferentes dispositivos, uno de los cuáles, la pantalla especular, era la superficie aceleradora. Los responsables del sincrotrón, el Dr. Newton y la Dra. Tereskhova, habían desarrollado su teoría de la Óptica Gravitacional a partir de la aplicación de las leyes dinámicas a fenómenos de reflexión de la luz y otras partículas subatómicas. El éxito en sus postulados, materializados en GOD, les supuso el Nobel de Mecánica Cuántica, así como el aumento de las inversiones para su proyecto de Teleportación Aplicada.

Ya habían conseguido programar a GOD para teleportar fotones, quark tops y una molécula de agua. La siguiente prueba se realizaría con un ser vivo pluricelular, asimétrico y de sangre caliente: un ratón. Aunque no era un ratón común. En su encéfalo se había introducido un nanochip que GOD controlaba y que, en caso de que la recepción fuera defectuosa, reactivaría las constantes vitales del roedor.

El mecanismo de la teleportación en sí era sencillo: se programaban las coordenadas del punto de salida y del de llegada en la cámara isótropa. GOD corregía cualquier posible desvío en la trayectoria producido por el rozamiento, la rotación terrestre e incluso el movimiento de deriva galáctica. Nada escapa a su control. Después se proyectaba la imagen del sujeto sobre el espejo y éste devolvía el reflejo en el punto de recepción. A continuación el acelerador lanzaba una a una, y a la velocidad de la luz, el chorro de partículas que componían el sujeto sobre el reflejo que esperaba en la meta.

El espectáculo fue sobrecogedor. El ratón había pasado de un extremo a otro de la cámara en un instante cegador. No había durado ni media milésima de segundo, pero la energía liberada en forma de luz cegó a los presentes. Poco a poco la impresión luminosa fue desapareciendo de las retinas de los científicos e inversores allí reunidos. Todos se felicitaron por el éxito, a priori, del experimento.

Pero, ¿y el roedor?, ¿estaba vivo? Rápidamente se le sometió a todo tipo de tests biológicos. GOD confirmaba las constantes del animal sin necesidad de activar el chip. Las pruebas histológicas, bioquímicas, genéticas… fueron negativas. El ratón estaba en perfecto estado. Tampoco su memoria o comportamiento había cambiado.

Nada más confirmarse la validez de GOD para la teleportación de seres vivos, el Consejo Nacional de Seguridad envió un cuerpo especial. El laboratorio de Newton y Tereskhova fue trasladado íntegramente a un sótano del Área de Aislamiento del Departamento de Defensa. Los científicos y colaboradores del proyecto también. Archivos, informes, disquetes, notas… todo fue confiscado.

Pero alguien burló el sistema de seguridad y se deslizó hacia el sótano. Despertó a GOD y le dio las coordenadas del punto de llegada, más allá de la cámara isotrópa. Mientras la computadora realizaba las correcciones oportunas, el sujeto colocó varias cargas explosivas por todo el recinto. Se situó en el punto de partida. El espejo proyectó su imagen hacia el firmamento.

—Querido GOD, no dejaré que te utilicen para la guerra. Yo seré el último experimento…

Apretó el botón del detonador. Entre las explosiones un haz cegador atravesó la noche. Cuando la impresión luminosa desapareció de las retinas de los miembros del Consejo Nacional de Seguridad, GOD y Tereskhova eran ya polvo de estrellas.

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Comentarios

  1. levast dice:

    Hey, pequeña joyita de relato, se agradece el esfuerzo por compartirlo. ¿Descansaste en el Nilo? ciao 😉

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