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El concurso

por

ODISEA ESPACIAL, ESPACIAL, espacial, espacial…

[APLAUSOS]

Se enciende el luminoso rojo. Por detrás de una cortina láser aparece el presentador, vestido con un traje biónico último modelo de marca Los Herederos de los Herederos de Armani, y con paso firme y decidido se encamina a la plataforma de neón, situada en medio del escenario que lo coloca frente al anfiteatro lleno de personas, clones y entes genéticamente modificados que pueblan las gradas frente a él.

—Buenas noches; ante ustedes el presentador más completo de la Galaxia, el que mejor engancha con toda la fauna espacial, aquel que sólo se ha implantado un miembro y no puede decir cuál, el más exitoso, JORGE JAVIER, más conocido como «EL PLUMA».

Así le presenta una voz chillona y estridente que resuena amplificada por los micrófonos y recorre todo el espacio de la sala. A la vez el luminoso se vuelve a encender y proclama.

[APLAUSOS DE PIE]

Y al instante todos los presentes saltan de sus asientos y aplauden a raudales, con una fuerza ensordecedora y atronadora.

—Gracias, gracias —el presentador agradece en un ademán teatral y estudiado de falsa humildad las palmas y vítores recibidos—. Gracias, por venir a nuestro programa, tanto los presentes como los que nos seguís por la cadena TELEBASURA SIN RUBOR, la favorita del orbe conocido. Y bien, sin más preámbulos, doy paso a nuestros invitados, de todos conocidos pero no por ello menos repugnantes que son…

Y aumenta el volumen de su estridente sonido a la vez que corre con un afectado ademán a recibir a su primer tertuliano.

—VICENTE «EL VISCOSO» —aplauden y un sujeto de uno cincuenta de estatura y lleno de granos cruza el escenario y se sienta en un taburete suspendido por aire a su derecha.

—«LA PELUQUERA RAMERA» —y aparece una señora vestida con ligueros y en sujetador, que se encamina a su espacio.

—«EL BIONI», el único ser biónico que ha sido reprogramado e implantado con escamas por la clínica MejoraoEmpeora, también patrocinador de nuestro programa.

—RAMON, el fotógrafo de la Galaxia, famoso reportero de interiores y mordaz comentarista.

—«LA CHISMES», conocida porque está hecha de recortes de cosas inservibles y que es temible tanto para los concursantes como para sus compañeros, ya que almacena rumores en su memoria RAM implantada desde hace cien años.

Y así sucesivamente hasta presentar a un total de ocho sujetos que cual soldados disciplinadamente y de cuatro a cuatro se sitúan en dos filas a cada lado, una enfrente de la otra. Todos ellos muy bien vestidos y maquillados. Se sientan sumisos en sus sitios y se tocan distraídos esperando que comience su turno de hablar.

El Pluma se gira y dice «Dónde está mi cámara» e inmediatamente aparece una minicámara de retransmisiones suspendida en el aire por diminutos conductos que enfoca directamente al presentador.

—Ah, aquí estás —y sonríe—. Bien, bien, como bien saben todos los presentes estamos —lo repite como si se acabara de acordar— en la cadena TELEBASURA SIN RUBOR, y hoy, precisamente hoy, día 20 de noviembre del año 2100 estamos ante la final de nuestro reality ODISEA ESPACIAL, AISLADOS EN EL ESPACIO Y VALE TODO, en el cual diez jóvenes mutantes, humanos y biónicos han sido en primer lugar llevados a la plataforma-palapa en el satélite XJ-21 cercano a Marte; una vez allí los abandonamos —aquí pone cara de pícaro—. Recuerden que tienen que buscar la comida y el agua o robarla… —silencio— y tienen que convivir en estas condiciones extremas durante un mes terrestre. Las reglas del concurso son simples, «si no vales, ya no sales»; de modo que así hemos perdido a ocho concursantes asesinados por sus compañeros. Recuerdo sus nombres —y en un lado de la pantalla ochos rostros en retratos foto-carnet se alinean de derecha a izquierda.

»El primero fue Narciso, aquí lo vemos, qué bueno era… tan bueno que no vio el golpe que le propinaron para quitarle el paquete de comida que había encontrado debajo de la tapa del baño.

—No estaba preparado.

Dice Vicente el Viscoso, e inmediatamente La Peluquera Ramera se levanta y dice:

—La familia tiene la culpa. Que le hubieran hecho marine interespacial y a lo mejor podría haber durado, y si no que se lo diga el cuñado de su tía-hermana que está en el plató.

—El segundo fue el Clon de Clonney, así llamado por su operación estética. Lo recuerdo perfectamente. Buen concursante, tan guapo, se hizo la operación de ese famoso actor de principios de siglo XX. «C.C.» que así le gustaba que lo llamaran, era un poco como decirlo… distraído… ¿Tú qué opinas Bioni?

Y vuelve su cabeza picuda hacia el personaje que parece un camaleón con un ojo para cada lado y su melena artificial que cambia de color con su estado de ánimo. El aludido inmediatamente cambia el color del pelo a verde y uno de sus ojos hacia el presentador y otro hacia el público y exclama:

—Yo diría algo más J.J. —su voz silbante y aguda parece que corta el aire—, era distraído, presumido, engominado y lenguaraz. Esa es la razón por la cual, cuando encontró el botiquín de supervivencia con suero para una semana, lo primero que hizo fue contárselo a su compañera venusiana, ¡esa arpía!. Y la muy babosa, en todos los sentidos, le cambió el bote de fijador-spary de la marca PELOFIJO —alza su voz para ver que lo patrocina esa marca—, por un bote de secreción de baba de caracol de Andrómeda, de todos conocido por producir una corrosión en los tejidos imparable y que aplicado a la cabeza era mortal de necesidad. ¡La muy guarra! Luego dijo que se equivocó y que lo llevó al concurso para quitarse el esmalte de las pezuñas venusianas. Que lo sentía… ¡JA! Yo digo a la dirección del programa que eso no es asesinato limpio, y que el producto lo introdujo en la estancia ilegalmente… —y el pelo se puso rojo indicando que ya había terminado de hablar.

—Si —intervino la Chismes alzando la mano— pero poco le duró la alegría a la venusiana porque el amante de Clooney, el joven y apuesto Apolo de la luna Casini, le puso, ingeniosamente un calentador que cogió de la cocina y lo colocó camuflado en el colchón de su cama. Y cuando la venusiana, como tenía por costumbre, se descolgó para acostarse se quedó achicharrada como un tofu-pincho-moruno.

[APLAUSOS A LA OCURRENCIA]

Se vuelve a encender el cartel luminoso y todos riendo la gracia aplauden con ganas mientras en la pantalla se muestra una camilla retirando el cuerpo yacente cubierto con una lona y todavía humeante.

—Les recuerdo a los telespectadores activos y pasivos —dijo Jorge Javier— que nuestro programa se puede ver a través de cualquier dispositivo y tipo de pantalla y que tienen premio si contactan con nuestro clon de recepción y aciertan la pregunta siguiente: ¿Que concursante ganará esta edición de Odisea Espacial de entre los tres finalistas vivos que quedan?, y que recuerdo son:

»El terrícola puro de la confederación Europea.

»El alíen asesino y…

»Sonja, la biomujer por la que todos sollozamos.

»El premio para el acertante es pasar una semana con quien quiera mientras el programa entretiene, si lo desea, a su pareja para que no se entere de donde está. A elegir entre mujer, hombre, mixto o clon, incluso podría hacerlo con un robot.

»Y bien, después de este inciso volvemos y mientras preparan la conexión en directo con el planeta, seguimos haciendo repaso de los concursantes fallecidos… nos quedamos, si no recuerdo mal, en Apolo, que al pobre no tuvieron que hacerle nada ya que cayó en una profunda depresión por la muerte de su amado y se suicidó metiendo la cabeza en la trituradora de basura. ¡Cuánto tuvimos que limpiar! Ja, ja, ja. Ramón —y mirando al aludido dice—, Ramón, tú que eres fotógrafo interespacial, ¿con qué foto te quedas?”.

—Bien, Jorge el Pluma, yo me quedaría sin duda con esa instantánea del primer robot participante en un reality descuajaringado en el suelo del baño después de haberse caído saliendo de su ducha de aceite lubricante. No es muy corriente que un robot pierda el paso y se estrelle contra el lavamanos de acero inoxidable reforzado, caiga y por descuido se le caiga el armario que debía estar anclado a la pared, y que cuando se va a incorporar la lámpara de 300 kilos del techo se desplome en su cabeza. Son muchas coincidencias… algo de robofobia me parece, pero como la investigación determinó que fue la Ley de Murfi la causante no tengo más que aceptarlo; puesto que todo el mundo sabe que es la Carta Magna Galáctica la que propugna que si un suceso va a suceder, sucede y no hay que preguntar, qué levantas polvo.

—EFECTIVAMENTE —alza la voz Jorge Javier—, todo el mundo sabe que desde hace cincuenta años la Ley de Murfi es la norma por la que nos regimos en nuestra galaxia; pero esos son temas legales que no vienen al caso —y hace una mueca de hastío como diciendo que no vale perder el tiempo en disquisiciones legales.

Se gira levemente hacia la derecha y dice:

—Regidor, ¿tenemos ya la conexión? ¿Sí? ¿No? Bueno parece que se demora y nos queda por recordar antes de dar paso al último concursante que tuvimos que sacar «con los pies por delante», como se decía en el siglo XX…

[Risas del público y silbidos de aprobación]

—…era la concursante Arancha.

Aquí Jorge Javier se pone serio, el rictus de su botulínico rostro se tensa y el timbre de su voz se hace más pausado.

—Estimados telespectadores, Arancha era una buena concursante, de hecho estuvo nominada y fue salvada por el voto de los jurados examinadores. Era un clon de lo más exquisito, tanto en sus formas como en su físico. Lástima que no viera venir la hoja afilada del cuchillo-láser. ¿Recordáis cómo chillaba de dolor pidiendo un médico?, ¿cómo se desangró poco a poco?

—Ya, Jorge, pero eso son cosas de este programa que lo hacen tan ameno y vistoso de ver —dice la Peluquera Ramera—. Yo misma tuve un enfrentamiento el otro día en el programa de Anagrasa y lesioné a otro participante. Eso pasa y pasará, son cosas del concurso.

—Además creo que la mató el terrícola, si mal no recuerdo. Y encima luego quería comérsela del hambre que tenía… —apostilla el Bioni.

—Un momento, un momento, que me dicen que tenemos la conexión con el planeta XJ-21, establecida… Así que damos paso al confesionario-testamentario donde uno de los tres concursantes que quedan vivos, la mutante Sonja, nos pide paso… ADELANTE.

En ese momento en las plasma-pantallas de millones de minihogares repartidos por la Tierra y el resto de las colonias de la Vía Láctea aparece ante ellos el rostro de la concursante Sonja. Lo que ven es una preciosa cara de mujer pelirroja, con los ojos desorbitados y unas ojeras profundamente marcadas por noches sin dormir, extremadamente delgada. Pega su chata nariz contra la minicámara que la enfoca y el regidor grita «¡AHORA!», comenzando la retransmisión.

—Por favor, por favor, sacádme de aquí. Por Dios os lo suplico. Os imploro… —silencio y gemidos y lloro.

—Tranquilízate Sonja, sabes que eso no es posible, por eso estás en el confesionario-testamentario por si quieres despedirte de alguien o hacer testamento este es el momento. Ahora habla a la cámara y di lo que quieras —dice desde el plató Jorge Javier.

Sonja se seca las lágrimas y se recompone un poco, sabe que haga lo que haga no la van a sacar del programa y que esta noche será la última, así que decide aprovechar los últimos momentos que le quedan.

—Mamá, te quiero, sabes que no me olvido de ti. Recuerdos a los robots y a la tita María. De aquí no voy a salir ganadora, estoy muy débil. Llevo sin comer cuatro días. Esos dos locos de ahí fuera se han comido a Arancha entera, ¡CRUDA! ¡Oh, Dios, cuánta sangre! A mí me persiguen como dos lobos enloquecidos. ¡Sé que me están esperando! ¡Me van a matar y a comerme!

—Tranquila, no te van a comer —dice la voz del regidor— porque hoy termina este programa y no hay tiempo. Has llegado a ser finalista y eso es lo importante.

Ella mira hacia arriba, hacia un lado buscando por donde viene la voz para dirigirse a ella.

—!Si os queda algo de humanidad, algo de sentido, algo de caridad… liberadme! El terrícola es un demente, una especie de retroceso en la especie, un ser que no ha evolucionado. Ayer estaba escondida dentro de un traje antigravedad… pensaba que no me iba a encontrar. Pero me encontró. No sé cómo, pero me encontró. Con el cuchillo-láser intentó matarme, pero pude activar a tiempo el campo antigravitatorio y eso me salvó. Pude escapar por un conducto de ventilación, reptando con todas mis fuerzas. Me escondí en la enfermería. Y allí, dentro del armario, lo oía pasar de un lado a otro bufando, gritando, con esos ojos inyectados de sangre… ¿Y sabéis por qué se ha aliado con el alien? ¡Porque no se lo puede comer! El alien, ese farsante y embustero —dice con desdén.

—Sonja, ¿me oyes? Soy Jorge Javier.

—Sí, te oigo —responde ella de mala gana.

—Ya vemos que sigues viva y eso es bastante… Dentro de poco vamos a abrir la puerta-trampilla para que vuelvas a la papala y te enfrentes a un destino… cuanto menos incierto. Pero antes de continuar me comunican que estamos en un 80 por ciento del share de conexión y por tanto vamos a dar paso a unos telerrelieves-consejos publicitarios.

Se corta la emisión y en el plató todos los presentes se levantan y hablan distraídos los unos con los otros. Mientras, Sonja gesticula con las manos, golpea la minicámara, intenta llamar la atención de los presentes y cuando ve que no le hacen caso, cae derrotada en la silla. Se recuesta y piensa que es el fin. Sabe bien que el terrícola se ha aliado con el alien.

—Me comunican que estamos de vuelta, así que podemos continuar con el confesionario-testamentario. Pienso, Sonja, que en esta Odisea Espacial has sufrido poco; la agonía del resto de concursantes ha sido muy vistosa. A ti en cambio se te ve muy entera… ¿No tienes ganas de hacer testamento? ¿Qué sientes al tener el aliento de la muerte cerca? ¿A quién ves ganador, al terrícola o al alien?

Sonja se frota con las dos manos los ojos cansados de no dormir, se incorpora levemente y piensa, piensa. Sabe, o más bien intuye, que debe dilatar lo máximo posible la apertura de la trampilla y apurar hasta el último momento sus ganas de vivir.

—Jorge Javier, nadie sabe por lo que estoy pasando —comienza a responder, piensa que mantener el share alto equivale a un poco más de tiempo de vida—. El sufrimiento ha sido horrible, horrible. Cuando acepté intervenir en este programa fue porque estaba desahuciada; era politoxicómana de anfetaminoácidos y además Hacienda me perseguía para quitarme un riñón para pagar en especie la declaración interespacial de rentas obtenidas que no hice en su momento. Mi vida carecía de sentido, era una especie de harapo semihumano. Así acepté entrar y participar. Pero no podía ni remotamente intuir el calvario que se me venía encima.

Ahoga su relato y unas lágrimas afloran a su rostro, lágrimas sin llanto, lágrimas de profunda pena.

—Ahora entiendo, ahora conozco y ahora digo que esto es inhumano. Degradar así a las personas, someterlas a esta humillación para que otras se diviertan con el sufrimiento es propio de seres sin escrúpulos. El terrícola es un asesino, un loco, un desalmado que disfruta haciendo sufrir a los demás. A la pobre Arancha se la comió con gusto, lo veía en sus ojos. ¡Oh, Dios mío! —en un acto reflejo se cubre la cara con ambas manos, ahora llora desconsoladamente.

Su persona cae y cae hacia lo profundo del abatimiento. Pero cuando se llega al fondo, cuando se está desesperado, siempre encuentras apoyo para subir a la superficie, o por lo menos siempre lo ha pensado. ¡Qué tremenda sensación de vacío y soledad en el profundo espacio! Abandonada por todos y a la vez observada por más de un trillón de espectadores galácticos deseosos de ver como la despedazan un terrícola y un alien.

Va a continuar su exposición despidiéndose de su madre, rogando una última súplica por su vida, un último atisbo de caridad y clemencia, y se dispone a hablar cuando de pronto algo en su interior dice «¡NOO! ¡NO VOY A PARTICIPAR MÁS EN ESTE CIRCO!», y con dignidad levanta su cara, se seca las lágrimas, mira a la cámara y dice con rabia:

—¡ME VAIS A COMER TO ER COÑO, CABRONES!

En ese momento el regidor del programa grita «¡Abrid la trampilla!», al tiempo Sonja alarga la mano y coge la minicámara que la enfocaba suspendida en el aire enfrente suyo.

Cae por un tobogán directamente al espacioso salón de la papala-espacial. Este es una cúpula de cristal cruzado por una serie de refuerzos metálicos que la recorren de lado a lado, dejando ver desde el interior la negrura salpicada de estrellas del espacio.

Cuando acaba de aterrizar en el salón, tiene fuertemente asida la minicámara, que con la fuerza de los retrocohetes pugna por salir de su mano. En cuanto se incorpora ve al alien que la está esperando. Su figura de reptil prehistórico es inconfundible en comparación con los blancos e inmaculados muebles que decoran el salón. El alien enseguida repara en su presencia, su instinto depredador es conocido en toda la galaxia, su sed de muerte está impresa en los genes ancestrales de su raza maligna.

Sonja, asustada y aturdida por la caída, recula contra la pared más cercana, de un vistazo comprueba que el terrícola no está cerca, lo cual es un alivio puesto que contra los dos juntos no tendría ninguna posibilidad de supervivencia.

En ese momento, Jorge Javier y el resto de los invitados contienen la respiración. El share de audiencias alcanza uno de sus picos históricos con el 90 por ciento de tele-espectadores en la Galaxia. Las tele-apuestas online reales echan humo con sus probabilidades de supervivencia, el tipo de muerte, cuánta sangre, etc. Inmediatamente el regidor da paso a las cámaras fijas que desde los ángulos buscan a Sonja.

Ella contra la pared ve venir al bicho trepando por el techo, reptando como una lagartija negra y brillante. Su primer instinto es correr, correr y dar la espalda al monstruo, alejarse lo antes posible del mal. Pero una luz brilla en su mente. Una luz de coraje.

El alien se acerca, se sitúa a la distancia óptima para el ataque final. Ella sabe que pasará a continuación. El bicho, como satisfecho por su captura se acerca aún más a ella, no piensa esperar al terrícola hambriento: sólo para él. La mira, quizás un poco sorprendido por su inesperada quietud y ese brillo en los ojos; pero da igual, el ansia de matar es poderosísima en su interior. Abre su primera boca babeante de líquido viscoso y cristalino para ensartar su mordisco asesino, cuando Sonja, con toda la fuerza de la rabia contenida durante las dos semanas que llevaba en aquella prisión mediática, le inserta la minicámara entre los dientes afilados. Al momento los retrocohetes que la suspenden en el aire, liberados de la mano de Sonja, salen disparados en dirección al interior de la cabeza picuda del alien. Con la fuerza brutal del impulso la atraviesan de lado a lado, abriendo un boquete mortal en el asesino ancestral.

—¡Increíble, increíble! —dice Jorge Javier.

Las audiencias aumentan en ese momento al 95 por ciento.

Los hijos llaman a las madres. Las vecinas a los vecinos. Las transacciones económicas con las retina-tarjetas de crédito aumentan exponencialmente. Nunca en la historia de la telebasura espacial las cuotas de audiencia han subido a ese límite. Los directivos de la cadena se frotan las manos haciendo hucha con el dinero que van a pagar los anunciantes. Los anunciantes satisfechos piensan que van a vender el doble. Y los consumidores compran compulsivamente para parecerse a esa mujer pelirroja que ha acabado con una de las criaturas más feroces y sanguinarias de la Galaxia.

Pero todo eso pasa muy lejos, a miles y miles de kilómetros de distancia, lejos de la mente de Sonja que sudorosa contempla cómo la carcasa negra e inerte del alien cae hacia atrás sin vida. Todo su cuerpo está empapado en el agua que mana de sus poros bioepitelinos. Un poco aturdida, se quita los restos de babas alienígenas que le han salpicado. Como una gata, su cuerpo delgado pero fibroso se contorsiona e inmediatamente, como temiendo un ataque por sorpresa, arrodillada mira de un lado a otro buscando al contrincante terrícola que no encuentra.

El regidor el programa grita:

—¿Dónde está el terrícola? ¡Buscadme a ese engendro caníbal! ¿A quién tengo que cortar los huevos, que no lo veo en pantalla ya?

Frenéticamente en la sala de conexiones los operarios repasan de una en una las habitaciones buscando al sujeto esquivo. Al fin un técnico grita eufórico «¡Lo encontré!». E inmediatamente se conecta hacia donde está el terrícola. Lo enfocan agachado sobre los restos de Arancha, a la cual se está merendando. Metida la cabeza en el tórax y ensangrentado, nota que lo enfocan y se vuelve a mirar.

Jorge Javier, dijo en el plató con voz seria:

—Recordamos que éste es un programa para mayores de siete años y que nuestros concursantes son voluntarios —pero en el fondo siente una repugnancia infinita.

Los ojos del terrícola son los de una hiena en la noche. Naranjas. El efecto de los anabolizantes metabólicos, unido al empacho de la sangre sintética de Arancha ha producido en él un efecto diez veces más poderoso que la adrenalina. Su instinto, o mejor dicho, el hecho de que no huela al alien le indican que algo va mal. «El bicho ese huele a podrido y por mucho que repte sigiloso cuanto te has acostumbrado a su olor lo detectas inmediatamente.» Y allí no huele a alien.

Salta como impulsado por un resorte, se incorpora, coge el cuchillo-láser y después de limpiarse la sangre del rostro, con paso lento, cauteloso, se encamina hacia el gran salón de la papala espacial. Entra despacio, silencioso, alerta. Gira hacia el lado derecho e inmediatamente ve el final de la cola escamosa. El cuerpo lo tapa un mueble. Se acerca y estirando el cuello al máximo contempla el resto del cuerpo del reptil con su cabeza reventada por la minicámara.

«¡Vaya, vaya!», piensa, «¡la zorrita ha sacado los dientes!».

—Cuando la coja le voy a hacer un poquito de daño —gruñe.

Se siente en su momento de gloria. Se sabe observado por toda la Galaxia. Envalentonado por estos pensamientos se yergue, ase el cuchillo-láser y comienza a cantar una canción que se titula Cantando bajo la lluvia.

—¿Dónde estás. zorrita? No me lo pongas difícil que me gusta más… —masculla entre dientes al tiempo que camina por entre los muebles, despacio, cantando y hablando a intervalos regulares.

Busca de habitación en habitación y su calma inicial se va acabando. No la encuentra. Miles de millones de tele-espectadores aguantan la respiración fijos en las inmensas pantallas de grafeno. El regidor no se atreve a cambiar ni tocar nada. Parece que en ese momento las mentes atentas al espectáculo están interconectadas buscando y ayudando a Sonja a matar al terrícola. Luego en las noticias, se dirá que un señor se había comido su propio dedo de un mordisco por mirar la pantalla en vez de la salchicha que tenía sujeta.

El terrícola vuelve al salón desesperado, «¿dónde está?», ha mirado en todos los sitios. Cuando repara en su error ya es tarde: ha dejado de mirar en la trampilla del confesionario-testamentario. Sonja ha salido de su escondite, se ha situado a sus espaldas y lo golpea con todas sus fuerzas clavándole un diente que había arrancado al bicho en la espalda. El terrícola grita de dolor echándose mano a donde ha sentido la punzada. Al momento se sabe perdido, los dientes del alien tienen un ácido que al entrar en la sangre causa la muerte casi instantáneamente. Cae al suelo retorciéndose. Allí Sonja le propina una tremenda patada en la cabeza que provoca que los dientes salten y su cuerpo se convulsione como sacudido por una onda. Continúa, patadas, golpes y hasta mordiscos, hasta que comprueba que el terrícola caníbal ha muerto completamente.

En ese instante la voz chillona, estridente del presentador estalla liberando toda la emoción contenida:

—¡YA TENEMOS GANADORA! ¡SONJA ES LA GANADORA DE LA PRIMERA EDICION DEL PROGRAMA ODISEA ESPACIAL, AMIGOS!

Suena una música metálica todo el plató, a la vez que tanto los tertulianos como el variopinto público presente en la sala se levanta de sus asientos aplaudiendo a rabiar.

A años de viaje interplanetario, allí en el planeta XJ-21, recostada contra una pared, una persona, una mujer llamada Sonja, llora; llora amargamente, sin alegría, sin pena, sin dolor, sólo con la conciencia de estar viva, sólo con el sentimiento a flor de piel de haber sobrevivido, de haber triunfado sobre la muerte. Llora largo rato, aturdida, incapaz de ver el cuerpo ensangrentado del terrícola tendido en el suelo, extasiada y agotada, sudorosa, hambrienta, se deja llevar y pierde la conciencia desplomándose sobre la alfombra de la palapa.

Después no tiene una conciencia clara de los acontecimientos posteriores. La sacan en camilla, la llevan a un hospital, la…

Una semana después…

[APLAUSOS]

Se enciende el luminoso de color rojo e inmediatamente todo el público presente en la sala se levanta y aplaude, esta vez más fuerte que en otros programas, más prolongada es la ovación.

—Gracias, gracias —enfoca la cámara a Jorge Javier, que continua—. Hoy tenemos en nuestro programa a la ganadora de la primera edición de Odisea Espacial, ¡SONJA!

Esto último lo pronuncia casi en un grito contenido haciendo un ademán con las manos. Da paso a la ganadora que entre vítores, aplausos, abrazos y confeti en tres dimensiones aparece por bambalinas, luciendo un ajustadísimo top y pantalones ceñidos que resaltan su esbelta figura.

Sonja se sienta en un taburete suspendido especial. Cruza las piernas y espera a que los aplausos cesen. Cuando se extinguen por completo Jorge Javier el Pluma, habla.

—Bueno, Sonja, buenas noches lo primero. Para mí es un honor tenerte con nosotros esta noche en nuestra Gala de Recepción como superviviente del concurso. Te anticipo que éste ha sido un éxito de audiencia, negocio y patrocinadores, que has conseguido un premio de 4 000 doleuros galácticos de platino, una nave último modelo marca TATA y, como sorpresa final, ¡un piso de quince metros cuadrados en Playa Manzanares! ¿Qué te parece? Bien, supongo. Pero primero cuéntanos, ¿cómo te encuentras? ¿Qué has hecho desde que saliste de la palapa?

Sonja, muy seria, sigue en la misma postura. Cuando le dan paso, comienza a hablar muy lentamente.

—Me encuentro bien, un poco cansada, pero bien… por lo menos físicamente… aunque aún tengo alguna secuela. ¿Que qué he hecho este tiempo? Pues si te digo la verdad, pensar, reflexionar y sacar conclusiones de los hechos acaecidos. Repasé mi vida, los hechos del programa, la gente que había conocido, los amigos que hice y que ya no volveré a ver nunca… y pensé qué podría hacer por ellos, en qué manera podría reparar el dolor que causa tanta sucia y mezquina sociedad en la que estamos sumidos, cómo sentirme un poco mejor para con los demás y conmigo misma a la vez.. y así una vez recuperada me fui a visitar a todos los parientes de los concursantes, a sus familiares. A darles el pésame por la pérdida de sus seres queridos, a sentir con ellos el dolor de la pérdida y… la verdad fue muy reconfortante. Todos se sintieron solidarizados, hermanados y hasta la madre del alien fue amable conmigo. De hecho, tengo aquí un recuerdo para vosotros de su parte.

Jorge Javier sorprendido por este anuncio inesperado automáticamente dice:

—!Veámoslo, muéstranos ese recuerdo para que todos podamos compartirlo!

Sonja muy lentamente se gira sobre sí misma, y alcanza un recipiente hermético que hay a sus espaldas, parecido a una nevera portátil, y levanta la tapa al tiempo que dice:

—¡Éste es un regalo para todos vosotros de la parte de MAMA ALIEN!

Y alza la tapa de la urna al tiempo que saltan tres pequeños reptiles. Con una velocidad increíble se encaminan directamente al cuello del presentador que cuando quiere darse cuenta ya es tarde. Su sangre empapa a los tertulianos. Estos corren despavoridos queriendo escapar pero todo es inútil: los alien saltan como chacales a por sus víctimas, creando un barro de sangre y vísceras, cuando en ese momento…

[CORTE DE EMISION POR PROBLEMAS TECNICOS]

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Comentarios

  1. levast dice:

    Yo también he imaginado muchas veces versiones extremas de los típicos programas de la tele y creo que has dado en el clavo con la situación delirante, las referencias cachondas, los invitados odiosos, el españolito caníbal… es lo más destroyer que he leído en mucho tiempo. Enhorabuena.

  2. laquintaelementa dice:

    Aparte del humor tan ácido como como la sangre alienígena, la crítica a la telebasura y a la sociedad que la sustenta es genial. Hay un párrafo, en especial, que me ha parecido la síntesis de todo ello, y que me encanta:

    «Los hijos llaman a las madres. Las vecinas a los vecinos. Las transacciones económicas con las retina-tarjetas de crédito aumentan exponencialmente. Nunca en la historia de la telebasura espacial las cuotas de audiencia han subido a ese límite. Los directivos de la cadena se frotan las manos haciendo hucha con el dinero que van a pagar los anunciantes. Los anunciantes satisfechos piensan que van a vender el doble. Y los consumidores compran compulsivamente para parecerse a esa mujer pelirroja que ha acabado con una de las criaturas más feroces y sanguinarias de la Galaxia.»

    Eso y los palabros para los materiales del futuro 😉

  3. XTOBAL dice:

    Bueno, la verdad es que a mí me parece que al paso que vamos lo que más se parece al futuro es lo de dar el riñón a Hacienda en pago de la declaración (pero lo digo bajito para no dar ideas que nunca se sabe).

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