Chi Chi Fu Go Back
por Tai y ChiDesde lo que queda de la torre de control de la ya inexistente base aérea, mira hacia el horizonte donde ya no queda nada, todo ha sido arrasado. Mientras unas lágrimas de desesperación y pena resbalan por sus mejillas recuerda la gran frase que la sultana Aixa dedicó a su hijo
—«Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre». Puffffff. Sí, bueno, como si yo tuviese claro lo que soy. No queda nada de Torrehong. Tras la guerra entre los lagartianos y la Confederación intergaláctica, tampoco es que quede mucho en pie. A ver ahora que hago.
De repente, mientras otea el horizonte, ve como una nube de polvo se aproxima velozmente hacia la donde se encuentra.
—Hummm, no tiene pinta de ser una tormenta de arena, ni una manada de velocirraptores furiosos… cagontó, van a ser los pesados de los ofiucos. ¡Con las ganas que tengo de pelarme! Me acabo de pintar las uñas, y no es que sea muy fácil encontrar Rouge de YSL, precisamente, con los tiempos que corren.
Se pone los auriculares de su iPhone 15, 8GB, de batería inagotable última generación, en el que comienza a sonar Back is black, y baja para enfrentarse con los ofiucos, y se retrotrae a unos años antes.
—Mira que me avisó Madame Alisea, yo no la hacía mucho caso, pero ella ya sabía lo que iba a pasar, me avisó de la lucha que se gestaba entre los lagartianos y los andromedanos, en la que nosotros éramos meros peones desechables. Me reí de ella cuando me hablaba de los chemtrails, de cómo los gobernantes alineados con los lagartianos nos controlaban a través de las televisiones digitales, de los chips de las tarjetas, de cómo manipulaban nuestro ADN mediante las vacunas, la fluoración del agua, de cómo a través de HARP provocaron los terremotos de Chile, Japón, las inundaciones de Asia y Oceanía… y ahora la jodida está en la cuarta dimensión siendo un ser de luz y yo estoy aquí jodida. Pero, ¿quién iba a creer que por la aparición del planeta Ofiuco algunos se volverían esquizofrénicos porque ya no sabían cuál era su verdadero horóscopo y que predicciones tenías que seguir? Pero ella tenía razón, y todo aquello que me dijo que iba a pasar pasó, el 21 de Diciembre de 2012… Malditos mayas de las narices.
Una vez al pie de la torre, entorna los ojos enmarcados por unas largas pestañas perfectamente rizadas gracias al rímel conseguido a través de sus artes femme fatale (y que luego le costó una larga carrera de fondo cuando el tipo se dio cuenta del «pequeño secreto» oculto de Chi Chi Fu) y cuenta a unos diez ofiucos.
Con la tranquilidad y saber estar que la caracterizan, se quita sus medias de rejilla de algodón ecológico, saca de su mochila de lino sus patines, su estola en forma de hurón supersuavecito para que no la pique, se ajusta el cinturón y espera, con el palo de hockey entre sus manos, a que se aproximen.
—Buenas tardes, señores, ¿qué les trae por aquí?
—Grrrrs, ajjjj, grrrrr, guau, afñjdfñf —dice el cabecilla, mientras se sonroja y da unos pasos hacia atrás.
—He de suponer por los ruidos que hace que usted es un leo, que anteriormente fue un cáncer. Pero he de decirle que no entiendo nada de lo que me quiere decir.
—Buenas tardes señora, mi jefe le estaba diciendo que le gusta mucho su iPhone y que si tendría la amabilidad de de dárnoslo por las buenas… O TE DAREMOS UNA PALIZA, TE VIOLAREMOS, TE BORRAREMOS ESA SONRISA DE LA CARA, TE VAS A ENTERAR, ZORRA… Dámelo, dámelo, dámelo…
—¡Uy! Intuyo por su insistencia que usted antes era un tauro y ahora un dual géminis. ¡Qué mono!
—Dámelo, dámelo, dámelo…
—Va a ser que no.
—Dámelo, dámelo, dámelo…
—Pesadito… ¿seguro que ahora eres géminis?. ¿No finges para sentirte integrado en un grupo? ¿Para sentirte parte de algo? ¿Para no ser excluido? Yo por suerte siempre he sido un acuario loco. De verdad creo que deberías hacértelo mirar.
—¡Oh, hereje! Cuán ignorante. Nuestro amo, el Gran Iguana nos ha prometido que si somos buenos y hacemos lo que ellos nos manden, destruirán Ofiuco, y todo volverá a ser como antes. Sabremos lo que somos.
—Qué monos, y os lo habéis creído y todo.
—Grrrrs, ajjjj, grrrrr, guau, afñjdfñf.
—Dice que se acabó la charla, que te vamos a dar para el pelo. Por cierto, monísimo y muy brillante.
—Muchas gracias. Es por el aceite de coco —dice Chi Chi Fu mientras se coloca de nuevo los cascos en los que empieza a sonar Sweet Child Of Mine—. Claro, que sois muchos contra una sola damisela, creo que necesitaré ayuda.
Dicho esto, acerca sus dedos de perfecta manicura hacia su estola, y en la nariz del hurón dice:
—Missy, missy…
El hurón abre los ojos y muestra sus mortales colmillos retráctiles de adamantium.
—Toby, MA-TA —dicho lo cual el hurón se abalanza sobre el tauro-géminis y literalmente lo destroza.
Así, juntando sus talones, cual Dorothy en Oz, salen de los ejes de las ruedas de sus patines unas cuchillitas de excelente acero toledano, y se dirige blandiendo su palo de hockey hacia los contrariados ofiucos, los cuales antes de perder la cabeza bajo el afilado acero de Leñoso, largo y peligroso y caer con los tobillos destrozados por las cuchillas, lo último que ven es una cara de de cutis impecable, canturreando Where do we go now.
—Querido Toby, creo que debemos buscarnos otro sitio. SIT —ante esto, Toby retrae sus mortales colmillos y se transforma en una simple, aunque singularn estola—. Pero ya mañana, que está anocheciendo.
Mientras duerme en sus sueños aparece su gurú espiritual, el Gran Hulahop. Éste era un hawaiano que tocaba el ukelele en un grupo de música tradicional, del cual con el tiempo supo que era un enviado de los andromedanos que a través de sus canciones intentaba alertar a la humanidad del peligro que corría.
Cuando despierta, recuerda el mensaje que el Gran Hulahop, le ha dado: «A la Roda has de ir, para tu camino seguir, ulalah, ulalah, y al gran estanque llegar, para el mensaje transmitir, ulalah, ulalah y de aquí poder partir. La pequeña Tsuka te ayudará, llámala».
—¿A la Roda?, ¿Tsuka?, ¿y cómo se supone que voy a llamar a un perro? Además está con el traidor del maestro Yao. Se pasó al bando de los lagartianos, cansado de luchar, y ahora tiene un asador de pollos en Benidorm para alimentarlos.
De repente, oye una voz en su cabeza, de nuevo es la voz de Hulahop: «Ulalah, ulalah recuerda que en otra dimensión estás, ulalah, ulalah, con ella podrás hablar, ulalah, ulalah, si tu cabeza sabes utilizar, ulalah, ulalah».
—Es verdad, que tras los tres días de oscuridad, aquellos que no nos convertimos en seres de luz desarrollamos nuestra glándula pineal y podemos comunicarnos telepáticamente. De verdad, que estrés.
«Tsuka, Tsukita, gordita mía… ¿me oyes?. Necesito que me ayudes, no sé cómo, pero solo tú puedes hacerlo». «Estooo, guau», contesta Tsuka, ante lo cual casi le da un infarto a Chi Chi Fu, «te espero dentro de tres días en la Roda, guau, en la fábrica de Miguelitos, guau». «¿En la fábrica de miguelitos?». «Sí, ¿qué pasa?, es que me encantan, guau, y además alguna excusa tendré que dar para salir de aquí». «Bueno, vale, en tres días allí».
Tres días después Chi Chi Fu y Toby por fin se encuentran en la Roda. No ha sido un camino fácil, han pasado todo tipo de adversidades, aventuras y desventuras. El mundo está plagado de ofiucos, osobucos y seguidores del Gran Lagartiano, que no les han puesto las cosas nada fáciles. Pero gracias a la velocidad de sus patines autopropulsados, a Leñoso largo y peligroso, a Toby, pero sobre todo a su gran capacidad de seducción, ha conseguido llegar a su destino.
—Sólo queda la fábrica de miguelitos, así que no será muy difícil encontrarnos con Tsuka. Ains, tendré que resistir la tentación, ¡están tan buenos! Pero, ¡ponen el culo tan gordo!
Con el sigilo que la caracteriza se acerca a la fábrica, donde se da cuenta que hay reunida una gran multitud en torno a la entrada. Se acerca a ellos, y mira hacia la gran entrada, donde todos miran expectantes. De repente se abren las puertas y aparece, enfundada en un corsé de cuero, con botas de plataforma tacón de diez centímetros, guantes hasta el codo, pelo pincho cual Goku… CHENOA.
—¡Oh dioses!, no doy crédito —dice espeluznada Chi Chi Fu.
—¡Queridos seguidores del Gran Lagartiano! —dice la sin par Chenoa—, hoy nuestro amado líder, excelso en su bondad, ha querido premiaros por vuestra fidelidad deleitándoos con un concierto y después con barra libre de miguelitos.
—Así tiene ese culo —piensa Chi Chi Fu, aunque lo ha debido decir un poco alto porque los de la última fila la miran mal.
—Por eso como gran sacerdotisa del Camaleón Rampante, tengo el honor de cantar para vosotros. Además, tengo el honor de que haya accedido a tocar conmigo el Gran Seguidor de Tortuga… MR. KEITH RICHARDS.
En ese momento, cuando Keith y Chenoa comienzan a tocar, Bienvenidos de Miguel Ríos, la mandíbula de Chi Chi Fu se encuentra completamente desencajada, por la sorpresa y el desconcierto. Mientras intenta recuperarse de la impresión nota como algo intenta subir por sus piernas, mira hacia abajo (aún sin poder cerrar la boca) y ve a Tsuka.
—Querida mía, estoy confundida con todo esto.
—Y que lo digas, pero tras los tres días de oscuridad, el mundo se volvió loco, algunos pasaron a la Cuarta Dimensión, pero los que no hemos tenido que sobrevivir como fuese, ya sabes o te aclimatas o te aclimueres. ¡Yo estoy hasta la punta de las orejas de los pollos asados! Pero no me queda otra…
—Pobriña.
—Bueno, al tema, ¿ves la naranja de la huerta valenciana que llevo en el lomo?. Es para ti.
—¿Y qué hago con la naranja?
—La clave la tiene él —dice Tsuka señalando hacia Keith—, así que tendrás que quedarte a escuchar todo el concierto. Cuando la diga, sabrás de qué se trata.
—¿No quieres venir conmigo y dejar el asador de pollos?
—No podría abandonar a Yao. Además, ¿aguantar dos horas de concierto de esta?. Ni-de-co-ña.
—Bueno, te echare de menos, Tsuki, ten cuidado a la vuelta —dice mientras la abraza.
Tras un rato de concierto Chi Chi Fu empieza a replantearse si el escapar del planeta hacia uno no regido por los lagartianos merece realmente la tortura de tener que aguantar a Chenoa dándolo todo. Cuando estaba a punto de activar a Toby para que destrozase a unos cuantos, oye como Chenoa dice:
—Y ahora este tema lo interpretará Mr. Keith…
—¡Oh!, puede que la tortura termine antes de lo que creía —piensa.
Así Keith comienza a tocar los acordes de Jumping Jack Flash. En un momento dado, Chi Chi Fu embelesada con el tema que la encanta, escucha «Con una naranja la puerta hallarás, hazme caso y ya verás».
—Joé, no entiendo nada. ¿Qué hago con la naranja? ¿Dónde voy? ¿Qué puerta?
De repente siente que como todo lo que la rodea se hubiera paralizado y lo ojos de Keith puestos en ella mientras su voz retumba en su cabeza: «Tía, has de ir a Marina D’Or y allí, en el estanque de los pomelos, dejar la naranja de la huerta valenciana. Con ello se abrirán las puertas de la última nave de los andromedanos que queda. Partirá en dos días, así que: ¡CORRE, INSENSATA!». Y así vuelve a escuchar a Chenoa, con lo cual decide seguir el consejo de Keith: el camino no puede ser peor que aguantarla más.
—¿A Marina D’or? ¿No había un sitio más hortera y feo?
Ante estas palabras, dichas en voz alta, todos los fans de Chenoa, se giran y la miran mal. Uno de ellos, enervado le espeta:
—¿Acaso no sabes que es el Templo de la Gran Sacerdotisa del Camaleón Rampante, Chenoa? Allí es donde habremos de dirigirnos para adorarla.
—¡Cáspita! —dicho lo cual, sale patines en polvorosa antes de que acabe el concierto y la pillen.
De nuevo no ha sido un camino fácil. Han pasado todo tipo de adversidades, aventuras y desventuras, el mundo está plagado de tarados que no supieron reconducir su existencia tras los tres días de oscuridad y que no han asumido nada bien el no convertirse en seres de luz de la Cuarta Dimensión. Finalmente consigue estar en Marina D’Or en un día y medio.
Cuando llega, se quita los patines y se da un baño en uno de los estanques (no el de los pomelos, no vaya a ser que estén debajo y le vean lo que no deben), y sacando de su mochila de lino un glamuroso vestido de fiesta de Armani, que usa para las ocasiones importantes y sus medias de rejilla ecológica, se viste y se dirige, ahora sí, al estanque de pomelos.
—Cómo odio este sitio. Mis peores actuaciones, antes de llegar al Moulin Loto Verde fueron aquí. Infames comienzos.
Una vez allí coge la naranja de la huerta valenciana y se la come, pero las cascaras las lanza al estanque. En ese momento las aguas se abren, sin salpicar demasiado, y aparece un Destructor Imperial. «¿Cómo se habrá podido meter ahí y, para más inri, camuflarse?», piensa.
Se abre una puerta ante ella en la que aparece una figura esbelta, algo pálida y transparente con un halo luminoso, un andromedano, el cual —o la cual— extiende una mano hacia Chi Chi Fu, que la toma y se adentra en la nave. Desde allí mira desde la ventanilla del puente de mando con cierta nostalgia. Ahora que pasará a otra dimensión, podrá crear con la mente, ser hombre o mujer según su humor y tantas y tantas cosas.
El ser de luz se acerca a ella y le dice telepáticamente, pues los seres de luz no hablan, «Puedes hacerlo tú si quieres».
—Chachi, dos pájaros de un tiro.
Chi Chi Fu aprieta el botón ofrecido y se oye una explosión.
Marina D’Or por fin ha sido destruida…
Comentarios
Por favor que alguien me sujete la mandíbula y las lorcillas que me desmembro de la risa!! Chi Chi Fu va camino de convertirse en el personaje bluetale de la década. Lo del destructor imperial ya ha sido la guinda a la destrucción de Marina D’Or, jajajajajajajaja. Genial, mari. 🙂
delirante y cómico en grado sumo, espectacular ejercicio de psicodelia escrita, genial. ¿puedo saber que tipo de sustancias tomaste para escribirlo?
Mmmmmm, pues no se, porque son las chorradas que se me ocurren, día a día (Jonh rambo dixit). Quizás Mr Mahou (en botellín no en tercio) ayude 😛
—«Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre». Puffffff. Sí, bueno, como si yo tuviese claro lo que soy.
Que grande es ChiChiFu, ya es todo un emblema bluetale. Hay que completar la trilogía y meterla en el fregao más chungo y surrealista que se te ocurra. WTF al cubo.
Jo, Iris, me he quedado de una pieza… ¿Has creado ya el Club de Fans de Chi Chi Fu? Me pones el primero en la lista ¡queremos más aventuras de Chi Chi Fu y Toby! ¡Por favor, esa mochila insondable, esos patines cual cuádrigas romanas, esos marcianos, esa Chenoa…! Infinito, no tengo más palabras.