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pH 10 Leche de magnesia

por

Este espacio eléctrico antes era delgado, oscuro y unidimensional, poco más que un estrecho tubo, estirándose… ahora la gente vive en él.

Bruce Sterling

pH 10

Por la salida tres de la corona metropolitana los camiones orugas pasan despacio prontos a girar. Frenos como cuchillas descerrajan el sueño de la población. El aire invernal mancha de zinc el techo de los bloques de viviendas. Algunos niños en el descampado juegan a indios y vaqueros disparando a un cielo alborotado de vencejos.

La población pertenece a ese sur profundo, donde los bloques parecen piedras funerarias con sus paredes enfermas de neurosis. En los portones metálicos un revuelo de mujeres tiende ropa, clavan los ojos en la distancia. ¡En el fondo no es tanta distancia! Apenas unos metros les separan de esos pequeños combatientes.

Viven en una cantera profunda, un basurero donde los camiones descargan la podredumbre de la metrópolis. En esa oquedad, libre de microconectores, los niños juegan junto a cerros crepitantes de moscas y gusanos, buscan tesoros enterrados, restos cromados xerografiados o cualquier cosa que no sea gris o marrón churreteado de mierda viva.

—¡Tanto más excretas, más consumes! Una cloaca con pretensiones morales.

Desde todos los bloques se ven los cadáveres, se ven todavía quebrados por el último estertor, aún tibios en la carne azulada, cubiertos por la gasa húmeda del amanecer. Uno muestra el cráneo abierto como un ramo de rubíes coagulados, el otro sólo circuitería desacoplada.

Esto ocurre bajo este cielo que pinta de cochino gris su monserga de sermón diario, ocurre a los pies de esta cantera descolorida como un muerto. Ocurre, y parece que con decirlo no ocurriera nada.

pH 9

Nos sitia un urbanismo ciclado, con arterias urbanas hipertrofiadas y aliñadas con microchips, verdaderos vasos comunicantes entre lo vivo y lo inerte.

El visitante que se ubique en esta metrópolis, con el mapa que le regaló esa señorita edulcorada de la oficina de información turística, no encontrará nada más que el esquema empobrecido de un inaprensible campo de resonancia vital.

Una ciudad sumida en un delirio técnico paranoico de control social, adiestrada para la desaparición de los cuerpos e, incluso, de la memoria. Ni gravedad ni levedad, ni física cuántica ni química espectral, sólo saturación, frente a lo masivo, lo industrial, lo utilitario, lo común.

Oteará por segundos esa danza mecánica de hierros y conflictos eléctricos, de letreros de salida y entrada, de pistas ásperas de metal, de fibras musculares y reacciones nerviosas, de humedad y calor intransigentes, de sonidos de cláxones y motores rugientes. Sentirá un reiterativo y cambiante acaecer, el reflujo hepático de un mundo construyéndose o destruyéndose al momento, una puesta en escena infernal en la que los actores son el escenario y las ciudades los protagonistas. Una motherboard terrible, con su vientre hinchado y sus ojos de mujer fecunda, lamentando haber engendrado tanta vida a la que no puede nutrir. Miles de retoños informes, aficionados unos a reventarte el bazo y obstinados otros en levantar muros y excavar trincheras.

De esta megápolis, muchos han dicho que es una ciudad extraña, levantada sobre tierra extraña, incluso del aire alcalino que envuelve la ciudad se ha dicho que contiene un éter tóxico que ataca el sistema nervioso central despertando todos los tics asociados al exceso.

—Un resort con un todo incluido a la mediocridad.

Hay barra libre. Los que allí viven dejan de luchar contra su sistema límbico incapaces de regular sus emociones. La oferta pública de ocio y placer, controlada y sujeta a impuestos, ofrece un trocito de paraíso a cualquiera dispuesto a pagar un precio. Hombres, mujeres, animales…

—¿Cualquier servicio? ¿Cuál, cuál?

He presenciado cómo un pavo macho al que se le cortaba el cuello durante el éxtasis daba la sensación más deliciosa, económica y rápida posible, ya que permite disfrutar de la sodomía, la bestialidad, la necrofilia, el sadismo y la gastronomía, todo al mismo tiempo, porque luego se comen el hígado.

—No sabría decirte si el espectáculo resulta patético, repugnante o sublime.

Todos estamos dentro de esta ciudad alucinada, preocupados por camuflar las alucinaciones para que coincidan con los parámetros preestablecidos. Lo demás es clandestinidad.

—Como el gran Suehiro: mancillar la inocencia, destruir la belleza y magrear lo perfecto: en una palabra, normalizar

pH 8

Los Redentores no excusaron aquel vaivén histérico, entre huida de rata y temblor de morfinómano, y en un segundo sentenciaron y ejecutaron.

—¿De qué va esto?

—De sentimientos sin argumento.

—Entonces guaja, ¿va de sexo? Ja, ja, ja.

Cuando el tipo reía, sujetando en su boca labios de batracio y una desordenada dentadura, era para pararse a reflexionar sobre las imprevistas variantes de la imbecilidad humana. 

—No. Sólo es un archivo personal.

—Pues el análisis indica que es un inarmónico monstruoso y deforme que altera el sistema… Basura, estás contaminando.

El técnico Y parecía preocupado también por su higiene auditiva. Aquel índice huesudo, que antes había estado entretenido en su oído, se posa pringoso sobre el botón DELETE.

—Un imbécil con un DELETE flojo, eso sí que es el Armagedón.

He aprendido que los estados de ira, como el que provocó aquel simple gesto del técnico, no siempre conducen al estallido: a veces terminan en una lúcida humillación silenciosa.

Profile Bayron se arrastró hasta su puesto y se volvió a sentar allí, que es donde está la mayor parte del tiempo y miró otra vez las tuercas y los pernios de la pared y les dijo:

—Eh, tú. Sí, tú. ¿Qué tal? Dónde os habíais metido. No me jodas… Qué triste.

El cilindro de cristal descendió recubriéndolo con capas y capas de sutil neblina, tan difícil de atravesar como un muro de hormigón. Allí sentado burbujeaba como un osito de trapo ahogado en un cubo incapaz de comprender por qué las palabras son sólo castillos en la arena.

El técnico ha descargado todos los datos. Basura, desperdicios diarios que llevan al sistema al paroxismo, para él una rutinaria limpieza, para Profile Bayron un enorme pie sobre su castillo de arena.

—El fracaso se vive todos los días en cualquier rincón del planeta, con o sin necesidad de cataclismos épicos.

No fue necesario ver el pantallazo negro, bastó con escuchar el vacío. Pero, ¿quién hubiera imaginado que ese maldito apéndice iba ser el ángel exterminador? ¿Eh, quién?

—Vaya, de golpe el puto apocalipsis. Fue game over, fue jeu fini, era el final del juego.

Sí. Jinetes trompeteros, plagas, ríos de sangre, incluso la puta de Babilonia bailó en la jodida fiesta de fin de año. Queda bien poco, sólo algunos humanos, tan subyugados que ya no tienen ni nombres. Borrachos de autocomplacencia aguardan el juicio, todos listan sus pecados, reales o imaginarios, con los ojos cerrados y el corazón en un puño. Luego mutis, bajada de telón y fuera, uno por uno, ordenada y gradualmente. habrá tristeza, más tarde simple resignación, levedad y ya por fin nada.

—¿No crees que exageras? La vida sigue a pesar de las estadísticas funestas.

To be or not to be? Se dijo. Y sé que apostó por la segunda parte de la proposición. Lo sé porque advertí que en su mirada la resonancia de Profile Ada: no parecía ya una buena razón para ser, porque la muerte, que jamás escatima su hombro a los desdichados, era la única razón para no ser.

pH 7

Profile Ada, cuerpo maximalista, corazón híbrido. Las mujeres oscuras siempre tienen los pezones duros y unas botas negras que trepan por sus muslos. Profile Ada, la de los reflejos de felino, a la que han asignado el papel de camarera sexy, tiene además un enorme trasero, una cintura quebradiza y cuchillas retráctiles bajo las uñas rojas, modelo Molly Millions. Es claro que nació para esto. Su boca no, su boca tiene otra profesión.

Las mujeres oscuras a veces se disfrazan de monjas y se masturban entre cirios, fuman como vampiresas en los confesionarios porque les sale del cibercoño. Se ríen de los sacramentos y nos acojonan con sus cuchillas, mascullando Shut the fuck up! y nos hacen sentir que la muerte se pasea impunemente por nuestros intestinos. Las mujeres oscuras encadenan orgasmos libremente mientras nuestras pollas tiritan de frío como niños huérfanos en un cuento de Dickens.

—¡Las mujeres oscuras no leen a Dickens! Las mujeres oscuras leen revistas y novelas gráficas de Moshe Buchinsky.

Son sublimes, si, pero también les mola lo sórdido, lo cutre, lo abyecto y protervo. ¡Ay, lo «protervo»! Ésta es una vieja palabra que morirá sin redención en este mundo políglota. Ya no nos enfrentaremos a la muerte con palabras encendidas por el temor y la rabia. Decimos: open the door o qǐng guān mén1 y tan contentos. No necesitan escupirte un fuck you, ladeando la cabeza y poniendo morritos, porque ya estamos jodidos y ellas lo saben.

—Y bien jodidos, por los Redentores del carajo, a los que no les preocupa la chingada de la felicidad y mucho menos el futuro de los kinder. Sólo les preocupa recoger su diezmo de este mundo que se escora hacia el fascismo.

Endemoniada fonética callejera, mescolanza de chino, inglés, lenguaje tabernario y dialectos de nueva factura, en donde lo sombrío ya no es un adjetivo sino un montón de muecas sin significado. Sólo ellas podrán acabar con la gramática, los algoritmos y este obsceno multilingüismo.

—¡La belleza no está en la fonética, sino en un trasero palpitante, que sólo florece cuando invierte su función natural: cobijar la cabeza de un ángel, un anĝelo de cabeza rapada!

pH 6

Profile Ada decide que quiere tener reflejos de felino, ser rubia, iluminar la oscuridad de su piel de base de carbono con un tono castaño miel, así su proceso de oxidación natural se verá más luminoso. Luce una cara prestada y una mezcla de estilos que confunden su biografía. Su pelo sintético diseña un mapa que conecta a través de trenzas, bucles y alisados los deseos de parecer otra, de querer ser igual a otra. Como si esa alquimia química transmutara la ortopedia latina por la high-tech germana y anulara el páramo clónico oxigenando mechas. Como si con el último aclarado se evaporaran por arte de magia los dolores de la obsolescencia programada y se disimularan las ojeras grises de un mantenimiento tercermundista.

El técnico X es una mater mecánica de manos peludas, que descarga su celo en la ternura del masaje con mejunjes a la placenta, al aceite de argán o a la mosqueta.

—En la vida todo tiene arreglo, mi reina. Anda relaja, siéntate aquí. ¿Un cafetito?

Repite incansable a todas las mujeres que se entregan a sus dedos de tarántula. Profile Ada deja que le masajee el cráneo, la nuca, el cuello. Arácnidos de patas velludas que se descuelgan por finos hilos desde la coronilla hasta los hombros y más abajo soltando las hebillas del acharolado corsé para seguir en línea hasta el cráter del ombligo.

—No tengo nada en contra de los ombligos, es más, muchas veces he mirado lo maravilloso de dicha perversión corporal. ¿Qué cachivache se podría introducir en dicho agujero? ¿Qué aplicaciones podríamos implementar a nuestro cuerpo desde aquí? ¡Oh perdón!, sigue.

Camina mirándose de reojo en los escaparates, sin poder asumirse aún. Se fija sólo en que de su media de seda negra sobresale un pelo de la pierna.

—¡Manda cojones!

pH 5

Profile Bayron, cuerpo minimalista, corazón analógico. Despierta todos y cada uno de sus días como quien sale de una selva prehistórica o del desierto más abrasador: extinguido o consumido. Levantarse de la cama, escupir, mirarse en el espejo, luchar contra ese mechón de pelo tenaz en su tiesura, intentar aplastarlo inútilmente con la palma húmeda de saliva espesa, aún sabiendo que pronto conseguirá doblegarlo bajo la ducha. Luego vestirse.

En el camino al trabajo pensar en una margarita dentro de un bloque de hielo, cenar pizza mientras ve un cocodrilo nadar en el Discovery para terminar cerrando los ojos cansado de tanta imagen 3D. Como todos, sólo quiere encontrar ese lugar del sofá en donde poder atrincherarse sin que te salgan llagas.

Siempre igual, del sueño al trabajo. Resulta que ya se ha leído todos los post y ha desmenuzado todas las lists, se conoce todos los pernios y tuercas del muro de la oficina y les ha puesto nombre, por supuesto. Lleva aquí desde que recuerda, en este campo de concentración donde los deseos forman hileras de barracones, sobre los que se mueve la luz escrutadora de los Redentores dispuesta a descubrir al desertor y…

—Y, pegarle un tiro por la espalda.

Todavía no, aunque la vida resulte transitoria para todos.

Estaba asignado a una de las cientos de oficinas de una de las cientos de congregaciones de seguridad con nombres larguísimos que reúnen en un acrónimo impronunciable una denominación oficial, un sobrenombre engañoso y codicia a manta. El gran negocio es la salvación. Salvarnos de algo, de los otros, de nosotros mismos, del caos en todas sus formas fractal o reticular…

—Sí, ya se sabe que el caos es rentable, muy rentable.

Se siente siempre como si devorara un sapo o, lo que es lo mismo, una piedra o un trozo de granito áspero. No soporta las monsergas pacifistas, ni el ecologismo, ni la pasión por las religiones orientales. Siempre he preferido la rabia nihilista y la filosofía alumbrada a martillazos. No es un moralista ni un rebelde. No cree en paraísos más allá de la hipermedia.

—Todo un enfant terrible del staff media.

En cierta manera ese laberinto le abduce. El cibersexo, el resplandor de las centrales incendiadas y las vísceras de los turistas decorando los casinos le hace albergar vagas esperanzas.

Faîtes vos jeux, rien ne va plus. Hagan juego, no va más. All you need is boom!

En medio de todo ese desastre, puedes irte por las ramas y terminar por implantarte sentimientos y hackear esos asuntos de la carne extraña, al final siempre te das permiso. Todo es más simple de lo que parece. Somos sólo pulsos y contradicciones.

—Sólo nieva en la ciudad. Y cuando lo hace en la periferia, mata pajaritos

—¿Y eso a qué coño viene?

—No sé, pero no digas que no da frío…

pH 4

En la ciudad siempre despierta Profile Bayron camina. Guirnaldas de leds decoran las salas, miles de micropantallas colgando del techo parecen exigir diferentes clases de atención, atención roja, atención azul, atención verde, atención morada, atención amarilla. Distintas zonas del cerebro inflando burbujas falsas de atención. ¿De qué están llenas las burbujas? ¿De acusaciones? ¿De E=mc2 de la mente? ¿O del pH=-log10[aH+] de la realidad?

2الله قدوس والأبدية.

—Si eso es cierto, lo flipo. ¿Qué vas a tomar?

—Un bourbon. ¿Cuándo acabas? —le preguntó a la camarera sexy.

—A los veinte minutos de empezar a follar.

—¡Querida, el placer es un espasmo que produce un escalofrío solitario, no importa que haya otro cuerpo a tu lado!

—Sí, pero cuando gimo soy el mejor viral.

La cámara de Profile Bayron se apropia del recorrido de Profile Ada tras el mostrador, la súbita aparición de la luz sobre su figura acentúa la impresión de hacerla transitar como por un sueño. Es la luz que refleja el estupor al darse de bruces contra una puerta.

—Un día luminoso, veo. No se explica.

La luz es algo corporal, transida de frío y calor, estremecida de hastío y de júbilo, temblorosa e inmóvil. La penumbra y la umbra de sus deseos son esculpidas por la luz de su cámara. La ha encontrado, la somete al más potente de los zoom, la nombra y la archiva en su [User Domains].

—Mirar a hurtadillas es como un pecado con sabor a chili: pica pero gusta.

Con la mirada absorta que se suele tener por debajo de los párpados cuando se está pensando en algo muy profundo, la hiperestesia de Profile Ada, capaz de escuchar la aparición de galaxias, percibe el barrido del rotor sobre su cuerpo mapeando todos y cada uno de sus pensamientos. Sabe que le está entregando su intimidad a un extraño. 

—¡Por favor!, ¿quién no ha echado una miradita de vez en cuando? El morbo, ¡ahí es nada! ¡Menudo envite a esos dioses viciosillos!

pH 3

Quizá en la multiplicación tecnológica que estalló, la política de la libido perdió el rumbo desfigurándose en el traspaso del cuerpo a la pantalla tridimensional. La sexualidad se repliega al rincón más esterilizado, donde la masturbación electrónica sólo es un pálido éxtasis.

—Nos encontramos con un excedente de sexualidad a la deriva, flotante, insatisfecho, que se pajea achinando los ojos frente a una pantalla.

En esas pantallas, donde los Agent Provocateur o los Calvin Klein ofrecen transparencias de vinilo como envoltura de cuerpo ardiente, se reproduce un vértigo de pieles que prometen polvos sin fin. Pero esa piel húmeda, agrandada en su pixelado naranja, deja de ser piel y solamente es un deseo acrílico.

—En fin, que hay un montón de hombres y mujeres caldeados y cableados que olisquean y chupetean las imágenes enmarcadas por neones epilépticos.

La retina sexy exhibe el cuerpo como una pared blanca en donde se puede escribir cualquier eslogan o código de precios.

Además, soñar palmeras en el desconchado del techo y evocar el oleaje del Mar Caribean en el ruido callejero no es que ayude mucho al sosiego. Y así tienen que morderse la rabia cuando su pareja, si la sociedad les asignó pareja, amansándoles les dice: «¿Qué te pasa Cari?». Y tienes que mentir diciendo: «Nada Cari. Mucho trabajo, duérmete y descansa».

Pero nadie duerme y siguen pensando en la rubia o el rubio tonto, que quizás no lo es, pero al que el director del spot le ha dicho que pongan esa cara afriebrada de idiota para la cámara.

—Nos dilatan las pupilas con tanta pulverización de sudor en spray.

Infinitas pantallas de efectos técnicos maquillan el insomnio computerizado y hacen resucitar ficciones en los canales piratas, caperucita con ropa de sex-shop le baja el cierre a un lobo hercúleo. Corte publicitario. Cuando una madonna generosa besa en la boca a otra madonna más generosa aun y las dos marylines se fragmentan lésbicas. Corte publicitario. Cuando la misma madonna oxigenada se traga un crucifijo. Corte publicitario. Cuando el mismo crucifijo comienza a erectarse. Corte publicitario. Por eso las pantallas dos mil, dos mil dos, dos mil tres o dos mil equis elevado a la enésima potencia a esa maldita hora sólo ofrecen videosueños como sucedáneo a contar ovejitas.

En Cadena Públic, no. En la cadena de los Redentores repiten a cada rato que no hay que dejarse tentar por las tapicerías oscuras de los reservados o de los bajos de los centros comerciales, que hay que producir, hacer deporte y olvidarse de esas noches en las que la lujuria llama siempre dos veces.

—La ciudad estallará por exceso de vapores carnales acumulados.

Tal vez, más lejos, extramuros, fuera de las camas seguras y su stock de poses legalizadas por la propaganda de coito feliz, en los reservados con tapicerías oscuras de algún garito en los bajos de un centro comercial, resuellan los ecos en estéreo de acoplamientos con carnes extrañas. Porque es cierto que allí esa piel distinta, ese pelo que levemente se suicida en otros hombros, el roce de un aliento o el olor de un cuerpo puede revocar en un momento toda la normativa del no consentirás pensamientos ni deseos impuros.

—Bienaventurado quien no anduvo por camino de pecadores. Jodidos cabrones reprimidos.

pH 2

No hay espacio alfanumérico perfecto para ella, ni esperanza posible. La vida es más una cuestión de paladar y confines que una ecuación necesitada de conjeturas.

Mientras Profile Ada posa su boca sobre la boca de Profile Bayron, a éste le parece que las curvas de sus labios se adaptan exactamente, asombrosamente dóciles. ¡Una boca que se deja besar hasta la mordedura! ¡Ay, su boca! Su boca tiene otra profesión, la de oráculo. Entiende de sintaxis, ha aprendido a contar historias. Su boca posee un vocabulario capaz de describir el desasosiego de una vida insatisfecha e insaciable, analizar las contradicciones innatas del mundo y adoptarlas. Conoce las pausas irregulares a las que se aferra alguien tan de amargo cinismo como Profile Bayron. Tiene claro que rastrear los límites del prólogo le dará pistas sobre la trama, que la vida son unos cuantos puntos suspensivos, e intentará siempre acelerar el desenlace porque ya conoce el inevitable significado de un final, porque ha vivido otros.

—Si no vas a descifrarme ni me beses, ni me folles, ni me arrastres. No permanezcas para alimentar el filo de mis cuchillas.

Acertó en algún momento a decir. Lo dijo contundente, sin titubeos, ni segundas intenciones. Vamos, que hasta ella misma se lo creyó. Qué ilógico. Qué imposible. Qué todo.

Los besos continuaron, descendieron con lentitud por los cuellos, resbalaron desde las barbillas hasta los pezones, de los senos a las costillas y de ellas a los ombligos donde se demoraron una eternidad.

—Uhmm, otra vez el ombelico.

Las lenguas hicieron estragos en los vientres, allí acamparon mientras desgranaban la placentera coreografía de un cuerpo atrapado en otro. No adjunto la transcripción completa no por falta de lascivia, sino de batería. A veces falla la tecnología. 

—La vida, qué perra ¿No? Çe la víe. En fin, sigue.

pH 1

Los Redentores, y la obstinada retroevolución, no han conseguido erradicar el alelo confuso, ése que hace tener emociones como Romeo y Julieta, buscar la Luna o que te sigan molando los vaqueros.

—¡Tú también lo tienes, lo tienes! El alelo confuso.

Todas las veces que habían buscado la Luna la encontraron ya después, de día. Lo cual es un tremendo problema, porque les hacía desconfiar de sus instintos y preguntarse en qué línea de código se habían despistado como un scout novato.

Encontraron ese prójimo de confianza, el que no depende de las circunstancias más favorables o de si te has puesto o no el jersey de la suerte, ése sin el cual no tendrían la oportunidad de establecer su perímetro de seguridad emocional, ese tipo de seguridad medio triste medio alegre, medio enfermiza medio saludable.

De vez en cuando esas cosas ocurren saltándose todos los protocolos de profilaxis. Y justo ahora, justo ahí, justo así ocurrió. Y con todo eso, tienen que seguir viviendo disidentes, inseguros. Se duermen, y se hace de día, todo vuelve a estar donde está y ser lo que siempre ha sido. Hablan de cosas mundanas, siguen las indicaciones, las normas, y follan y bipean. Sin mucha idea sobre ello, digo, que el amor para ellos fue esa certeza inequívoca de Fatal Error.

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—¡Calla!

pH 0

El ángulo inclinado de esta última toma produce vértigo, las imágenes se retuercen y distorsionan alterando la percepción. El ojo que reunía clandestinamente a los amantes parpadeó por última vez. En lo más profundo de sus corazones el conocimiento del amor no pudo vencer la presión fiscal que le puso fin.

—Ajá, ahí está, en lo más profundo de sus corazones, ¡como si quedara algo profundo en donde encontrar sentimientos! Lo sabía, lo sabía, lo tienes.

Fuck you. Se preguntó cómo era posible que alguien pudiera tener esa apariencia de patético animal cautivo y llamarse humano. Un rostro con un par de ojos desaprensivos la interrogaba sin interés, casi como si estuviera ya muerta.

Unos dedos engomados se introducían con desidia en su pecho para extraer el élan vital de sus algoritmos. Predestinada a morir sin un quejido, la vi doblarse como si la forzaran. Se me antoja ridículo cómo la sacaron de la sala, arrastrándola de las axilas. Me dio pena verla. Eso es todo.

La niebla y la oscuridad le hacían imposible ver dentro del cilindro. Las luces de la oficina eran inútiles. Creo que pensó algo brillante sobre la crisis energética, no sé. Había comenzado el borrado. Profile Bayron instintivamente se recorrió con las manos y sólo un estremecimiento le asaltó al ver su pulgar derecho sin uña.

El calor trepó desde la base de la espalda hasta la nuca, como un taladro, hasta el mismo centro. Creyó reconocer el hueco que deja el vacío en el lado izquierdo del cráneo.

Ambos acabaron en la cantera… donde va a parar todo lo que sobra. Uno muestra el cráneo abierto como un ramo de rubíes coagulados, el otro sólo circuitería desacoplada.

  1. «Cierra la puerta» (transcripción fonética del chino). Volver
  2. «Dios es sagrado y eterno». Volver

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