De zombis y de sus relatos
Esta edición se eligió por aclamación popular en el grupo de Facebook, y como sé que goza de muchos fans entre nuestros seguidores, me tomé la libertad de dar una pequeña introducción a este género tan dicharachero a los presentes en la entrega de premios, que para eso fui la Señora Jurada del certamen.
De zombis
Originariamente el zombi es un muerto resucitado por un hechicero mediante la magia vudú para convertirlo en su esclavo. La palabra parece derivar del kikongo nzambi, que significa «dios» en referencia a Damballah, el dios del cielo y creador primordial de la vida, en la religión vudú.
Los muertos vivientes llevan resucitando y vengándose desde los tiempos remotos en los mitos y el folclore —véase la epopeya de Gilgamesh o los draugar nórdicos, por ejemplo—. Aunque es en los siglos XVII y XVIII cuando escritores que viajan a las islas caribeñas, núcleo duro del vudú, incorporan los zombis a la literatura de ficción. Comienza entonces la evolución del arquetipo de un género de hoy está muy de moda. Si bien historias de Edgar Allan Poe —La caída de la Casa Usher o La verdad sobre el caso del Sr. Valdemar— o Ambrose Bierce —La muerte de Halpin Frayser— no son propiamente relatos de zombis, sí que inspiraron a autores posteriores, entre los que destaca, sin duda H.P. Lovecraft quien, en su relato Herbert West: reanimador (1921) sienta las bases del zombi moderno: un cadáver resucitado por medios científicos, violento, primitivo e incontrolable.
Inseparable de la literatura desde casi su nacimiento, el cine contribuye en 1932 con White Zombie, la primera película con los tópicos que definiría el género los siguientes 30 años: un villano con su legión de zombis que intenta perpetrar sus fechorías —normalmente dominar el mundo—. 1968 marca un nuevo hito en la historia de los zombis: La noche de los muertos vivientes de George A. Romero. En esta película rodada con escasos medios, se define la concepción moderna de zombi: una plaga imparable, incontrolada, cuya única razón es comerse a los vivos. No son ni rápidos, ni listos, pero son cientos y hambrientos. La causa de su resurrección es irrelevante aunque variada —radiación nuclear, sustancias químicas, virus…—. Los zombis «Romero» son, en realidad, el instrumento para criticar y poner de manifiesto las enfermedades sociales que aquejaban —y así seguimos— el mundo de finales de los 60: gobiernos incapaces, esclavitud, experimentación genética, codicia y expolio.
El nuevo milenio trae una nueva evolución de los zombis. Ahora son «infectados» rápidos, fuertes, extremadamente violentos que matan por matar, unos rage zombies que se extienden por cines, videojuegos, cómics y versiones zombificadas de clásicos literarios.
De relatos
El reto de esta edición, sin duda, era ofrecer una historia cuando menos original. Algunos lo han intentado y otros, directamente, han ido a por los tópicos sin más complicaciones.
Los seis participantes han elegido el mismo escenario para sus ficciones: el apocalipsis zombi, con una resurrección masiva de muertos vivientes —llamados «caminantes», «podridos»…— a nivel planetario —aunque alguno no ha salido de Torrejón— que contagian su infección vírica por mordedura, aunque en la mayoría de los casos terminan por devorar al sujeto. Algunos autores no se arriesgan a explicar el origen de la plaga y otros lo cuentan con pelos y señales y un rigor científico que dan ganas de entregarles una muestra de sangre para su diagnóstico. El caos provoca la caída de la civilización y los grupos aislados de supervivientes luchan en condiciones precarias por sobrevivir en el mundo violento y peligroso que ha quedado. Todos los zombis mueren reventándoles la cabeza, y el surtido de herramientas de nuestros autores es impresionante. Este estrés provoca que sus personajes alteren sus personalidades, y encontramos desde defensores de zombis, trastornados bipolares hasta psicópatas encerrados en cuerpos de jovencitas inocentes… En todos los relatos se aprecia el mismo trasfondo: la civilización es inherentemente frágil ante una amenaza sin precedentes y casi todos dejamos a un lado «el bien común» para salvar el pellejo.
Esto en cuanto a las historias y sus personajes. En cuanto a los autores, muestran una desproporcionada fijación por el sexo entre/con zombis, por lo que advierto que escondidos bajo pseudónimo más de la mitad de los presentados son necrófilos, además del resto de aberraciones mentales que transmiten a sus criaturas…
Los zombis son variaditos. Hay zombis «Romero», hay rage zombies y los hay con una iconografía que podría sentar precedente y servir de inspiración a las siguientes generaciones de «infectados».
Finalmente, las historias presentan dos vertientes dispares:
- Chuscas: historias chungas, con personajes maltratados y finales cruentos.
- Cómicas: igual que las chuscas pero corroídas por el humor ácido de sus protagonistas.
Todas son macabras y con cameos, guiños y referencias al extenso repertorio audiovisual de las que se nota que nuestros autores han bebido desde la Primera Comunión.
Tras una difícil deliberación, los chuscos se llevaron el zombi al agua, y quedó como superviviente y ganador Mañana no quedará nada y a pesar de que peleó hasta el último aliento, fue finalista y último en ser devorado Bolshoye spasivo!
Espero que disfrutéis de todos los relatos tanto como una servidora.