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Amor atómico

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(La respuesta está en Cuenca)

El Amor es una gota de agua en un cristal, según reza el primer verso de la canción homónima de José Luis Perales. Aunque, en un primer momento, tal aseveración nos resulte absurda (¿qué tendrá que ver el Amor con una gota salpicada en un cristal?), demostraremos que el cantautor ha sintetizado en esa frase la esencia misma de la gran fuerza creadora.

¿Qué es el Amor? Atracción, necesidad, estabilidad, compartir, mil y una manifestaciones del mismo sentimiento… Sociólogos, neurólogos, músicos, filósofos, físicos, poetas… todos tienen sus teorías sobre el Amor; pero son estos dos últimos quienes más se acercan a su verdadera naturaleza. Los primeros la descubren y analizan; los segundos la hacen comprensible.

En el s. V a. C. Demócrito de Abdera acuñó el término átomo y sentenció que «nada existe, salvo átomos y vacío». Simple y conciso. Años antes, Empédocles, el de la clepsidra, ya había sugerido un concepto metafísico del Amor, definiéndolo como el principio que une a los elementos cósmicos. Han tenido que pasar muchos siglos para que los grandes panegiristas del Amor, los rapsodas, recuperasen las bases que sobre este sublime sentimiento sentaron aquellos primeros físicos de la Humanidad.

Así pues, Vicente Huidobro reconoce en su Canto II que si el ser amado muriera «¿qué sería del Universo?», reivindicando la conexión cósmica de todos los seres a lo largo de todo el poema. Jesús Lizano corrobora esta cosmicidad física del amor y de las criaturas en su poema Eres mi caracol, mi estratosfera. En otros versos de carácter geométrico multidimensional (El amor es un espacio donde no hay lugar) y gravitatorio newtoniano (Te quiero como la Tierra al Sol) el mismo Perales condensa el mecanismo interno de esta magnitud que los poetas llaman Amor, los físicos Energía y otros Dios (Dios es Amor, la Biblia lo dice).

Porque el Amor está en todas partes, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Porque todo lo que existe está hecho de una única sustancia, un protón y un electrón unidos por amor electromagnético, y que forman la unidad de la que nace el Todo: el átomo de hidrógeno. Un átomo que busca a otro con quien compartir electrones y crear una molécula estable. Y cuando el amor es tan fuerte que sus núcleos se fusionan nace un nuevo elemento, el helio, en medio de una cálida y brillante reacción (por eso las estrellas son tan hermosas, y la nuestra, que nos da la vida, se llama así). Cuatro núcleos de helio se funden en uno de oxígeno, que para estabilizar su capa externa comparte electrones con dos átomos de hidrógeno creando la molécula de agua… Y así hasta formar toda la materia; materia que se presenta en tres estados siendo el sólido el más estable, ya que los átomos se combinan de forma ordenada en estructuras geométricas llamadas cristales…

Así que, después de todo, es posible que un hombre de Cuenca haya dado con la clave.

Atracción, estabilidad, compartir, varias manifestaciones de una sola cosa, amor, energía… Estaba ahí antes de que nos preguntáramos sobre ello y seguirá mucho después de que el Sol nos haya consumido en su pasión.

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